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La JEP avergüenza a Colombia y protege a los narco-terroristas

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Es inaceptable que este tribunal de justicia proclame ante el mundo la impunidad de terroristas que han cometido los más horrendos crímenes Como una bomba se expandió la noticia de que la JEP (Justicia Especial para la Paz- organismo creado para juzgar a los guerrilleros) declaró inocente al terrorista “Jesús Santrich” y le concedió la libertad. Además, negó su extradición a los EEUU, donde es solicitado por una Corte que lo acusa de conspiración para introducir allá diez toneladas de cocaína, en hechos que evidentemente son posteriores a la fecha límite establecida por la JEP para otorgarle impunidad.

Con esta medida escandalosa, una vez más se hace evidente lo que toda Colombia y el mundo ya están hartos de saber. Es decir, que la JEP, desde sus inicios, fue concebida como un tribunal de impunidad absoluta, que además fue diseñada por la dirigencia de las FARC, con la complicidad del gobierno comunista de Cuba, del ex Presidente Santos y de todo su equipo de negociadores.

Aunque “Santrich” recuperó la libertad y acto seguido la Fiscalía ordenó de nuevo su captura, acusándolo de los mismos delitos por los cuales fue exonerado por la JEP, nadie sabe cuál será el desenlace final de todo este episodio. Al menos esta medida recompone la credibilidad del Gobierno y del aparato judicial.

Para quienes hemos denunciado desde el comienzo las consecuencias perniciosas del Acuerdo de La Habana, como lo ha hecho con valor y determinación la Sociedad Colombiana Tradición y Acción, lo que ha pasado no es ninguna sorpresa. Es sólo la implementación lógica del Acuerdo, que nos va conduciendo rápidamente a la destrucción del Estado de Derecho.

Las 300 páginas del nefasto Acuerdo con las FARC, que gracias al chantaje del ex presidente Santos fueron proclamadas por el Congreso de la República como parte integral de la Constitución Política de Colombia, establecen claramente la creación de la JEP, y también que todos los guerrilleros que se acojan a su jurisdicción quedarán libres e impunes. Lo cual quiere decir que no habrá verdad, ni justicia, ni reparación alguna.

Pero esto no es todo. Es evidente que el Acuerdo apenas está comenzando a implementarse y que aún faltan por ser ejecutadas muchas de sus peligrosas determinaciones. ¿Qué será de Colombia cuando se pongan a funcionar todos los absurdos establecidos en ese Acuerdo? Pues vendrán cosas mucho peores, que destruirán por completo el orden jurídico de la nación, y se va a empoderar a los terroristas, a los partidos de extrema izquierda y al comunismo, para que se tomen el poder en Colombia y la conviertan en una dictadura, donde van a imperar la miseria socialista y la pérdida de todas las libertades. No sabemos exactamente cuál será el próximo paso que darán los demoledores de Colombia en la implementación del Acuerdo. Pero está claro que tarde o temprano se tomarán las siguientes decisiones:

  • Se hará caso omiso a la realidad irrefutable de que las FARC son uno de los carteles de drogas más grandes, poderosos y criminales del mundo, y nada se hará para incautar su enorme fortuna ilegal, ni para erradicar los incontables nuevos cultivos de coca. (Acuerdo, pág 88 a 119).
  • Se hará una Reforma Rural Integral que afectará a tres millones de hectáreas en su etapa inicial, y que debe llegar después a 10 millones de hectáreas, lo cual no es otra cosa que una reforma agraria socialista y confiscatoria que destruirá por completo la producción agropecuaria y arruinará al País. (Acuerdo, pág. 11, punto 1).
  • Se creará una gran cantidad de comisiones integradas por el Gobierno y por las FARC, que deberán resolver los crecientes problemas de la salud, de la educación y de la economía, y en general del funcionamiento del Estado, sin que esté definido con qué criterios, además de los preconizados por Marx, se tomarán esas medidas.
  • Se perseguirá implacablemente a todos aquellos que se opongan por medios legales a la implementación del Acuerdo, y se los tratará como si fuesen paramilitares (Pág. 72, puntos 3.4.3). Todo esto, mientras surgen supuestas disidencias armadas que siembran el terror por toda Colombia, pero que en realidad hacen parte del brazo armado de las FARC, fieles a su consigna marxista de utilizar todas las formas de lucha.

Si se quiere evitar esta tragedia para Colombia, el único camino que tenemos es el rechazo total y absoluto del Acuerdo de Paz. Esto ya se consiguió en el plebiscito del 2 de octubre de 2016, en el cual la mayoría de los colombianos votó por el NO, pero inexplicablemente el resultado fue ignorado por todos los dirigentes políticos y el Gobierno decidió implementar el Acuerdo traicionando la voluntad popular, como si hubiese triunfado el SÍ.

Convocamos entonces al pueblo colombiano para que se haga respetar el resultado del Plebiscito, y se desmonte esa espada de Damocles que amenaza con la destrucción de nuestra Patria. El mandato soberano del pueblo colombiano ya fue emitido, y entonces debería acabarse no solo con la JEP, sino con todo el andamiaje subversivo y demoledor que nos quieren imponer para entregarle el País a las FARC.

Si el Gobierno no tiene el coraje de hacerlo, entonces que se convoque a un nuevo Plebiscito, y se pregunte otra vez a los colombianos si quieren la vigencia del Acuerdo de La Habana, con la JEP incluida, y todas las demás aberraciones jurídicas e institucionales de esa hoja de ruta. Y recordemos que cuando se eligió al Presidente Iván Duque, la promesa fundamental de su campaña presidencial, la de su partido político el Centro Democrático, y la de sus aliados de la coalición que lo llevó al triunfo, fue la de desmantelar el Acuerdo, reconociendo el triunfo del NO en el Plebiscito, y evitar esa catástrofe impuesta por el Gobierno anterior, que contradijo la voluntad popular. Entonces, si esto llevó a la Presidencia al Dr. Iván Duque, que por favor no nos diga ahora que su meta es la implementación del Acuerdo y la aceptación de todas las imposiciones de la JEP. ¡Estamos seguros de que la verdadera y auténtica Colombia no quiere ni acepta esto!

En este propósito debemos unirnos todos los colombianos de bien. Debemos exigir con respeto, pero con firmeza, que se reconozca el resultado del Plebiscito. Y sobre todo, que no permitamos que la minoría asesina y criminal que destruyó a Colombia durante décadas, nos quiera imponer ahora su fallido sistema político y nos lleve a la miseria y a la destrucción.

Es lo que pedimos a los pies de la Virgen, Nuestra Señora de Chiquinquirá, Patrona de Colombia, en esta hora aciaga para el País. A Ella le pedimos su protección para que Colombia sea la nación próspera y grande que está llamada a ser, si es que la defendemos de sus enemigos a tiempo y con decisión.

Sociedad Colombiana Tradición y Acción
Eugenio Trujillo Villegas


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