Como bien explicó Ludwig von Mises, cuando los gobiernos intervienen sobre la economía de las personas generan distorsiones que luego pretenden solucionar con intervenciones nuevas. Cuando el problema se agranda, en lugar de quitar las restricciones para liberar a los agentes, insisten con nuevas y mayores intervenciones que agravan aún más la situación. Aunque esta regla se ha corroborado permanentemente en todos los países del mundo, el régimen norcoreano acaba de convalidarla con el ejemplo más paupérrimo. Una vez que el gobierno comunista le arruina la vida a la gente ahora les piensa prohibir el suicidio.
Aunque las estadísticas de Corea del Norte están todas dibujadas a conveniencia del régimen, la tasa de suicidios se incrementó en los últimos años considerablemente, por lo que los casos que salen a la luz preocupan a la delirante tiranía, que sigue esforzándose para que el mundo crea las virtudes de su distópico socialismo. Recientemente se multiplicaron los casos de familias que deciden acabar con sus vidas en conjunto, incluyendo a veces menores de edad. El hambre y la desesperanza suelen ser las principales causas y la ingesta de veneno uno de los medios más utilizados. Sin embargo, cuando no existe esta posibilidad para quitarse la vida, muchos campesinos deciden terminar con su existencia simplemente colgados con una soga al cuello en algún árbol disponible.
Para la inteligencia de Corea del Sur, que en varias oportunidades brinda a conocer los datos que esconden las autoridades del norte, en el último año se incrementó en 40 % el número de norcoreanos que terminan con sus vidas voluntariamente, escapándose del hambre y de la miseria más extrema.
Una fuente anónima vinculada al régimen comunista le confirmó a Radio Free Asia que la herramienta que piensa utilizar Kim Jong-un para intentar hacer cumplir la insólita ley es responsabilizar a los gobiernos locales por sus propios índices de suicidios en sus respectivos distritos. Ellos deberán tomar “medidas preventivas contra esta práctica” y ya fueron advertidos por las autoridades nacionales que los que fallen en la tarea “serán castigados”.
“Se hizo hincapié en que los funcionarios responsables rendirán cuentas conjuntamente porque el suicidio es un claro desafío social y una traición contra el país”, aseguró esta fuente de Corea del Norte. Para terminar de sembrar el terror (sobre todo en las burocracias regionales del régimen) Kim aseguró que el que se suicida traiciona a su país y al socialismo.
Ahora los responsables de la dictadura en las distintas ciudades comenzarán una competencia, de la que puede depender su propia vida, donde tratarán de mostrar bajas tasas de suicidio. Desafortunadamente, es probable que ante el fracaso de las campañas de concientización, el régimen vuelva a echar mano de uno de sus recursos más infames: el castigo a los familiares. Una herramienta del terror ya conocida en Corea del Norte contra los desertores y los críticos del modelo.
Fuente: Sistema Integrado Digital