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El ICP analizó discurso de Petro y dice que parece ir en contravía del diálogo político

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HACIENDA

Desde que estaba haciendo campaña, el presidente Gustavo Petro ha dado de qué hablar con sus intervenciones al público y sus discursos, pero ¿cuál es el peso de sus mensajes y qué es lo que representan?

Respondiendo a estas dudas, el Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga (ICP) realizó un análisis del discurso del mandatario desde que llegó al Palacio de Nariño, y dejó ver cuáles son los riesgos para la estabilidad y la democracia del país.

«Detrás de una alocución hay mensajes estructurados que enuncian los planes de Gobierno, y la manera en que se buscan llevar a cabo, así como, sus intenciones. Entender lo que un gobernante comunica en cuanto al qué, al cómo y al quiénes se dirige, nos permite identificar las acciones que se pretenden ejecutar», dijo el ICP.

En primer lugar, y para dar inicio al análisis, el Instituto señaló que varios de los mensajes del presidente parecieran ir en contravía de las posibilidades de diálogo político y social, del legítimo ejercicio del disenso y la oposición política y ciudadana, así como de la separación y equilibrio de poderes.

Para evidenciar estos casos, tomó partes de algunos de los discursos que ha hecho Petro con esos mensajes, especialmente destinados a las partes que no comparten la misma posición de su Gobierno, ya sean empresarios, gremios, la oposición y otros actores políticos.

Uno de los primeros discursos analizados, titulado durante el análisis como «desatar la violencia» es este:

“Hoy necesitamos que cedan en su egoísmo; que si ganan la mitad van a ganar muchísimo más en el futuro, porque un empresario se vuelve más rico cuando una sociedad se vuelve más rica. Que no hay que mirar en el corto plazo. Que hay que hacer los cálculos como toca. Que van a desatar la violencia y la violencia social es incontenible si no son capaces de permitir que las reformas se puedan construir en Colombia. El estallido social es como una olla a presión. Sólo las urnas permitieron tranquilidad, pero hay que leer el mensaje de las urnas: el mensaje de las urnas es el cambio. Y el cambio pasa por un cambio de pensamiento y de cultura de nuestra oligarquía colombiana y es dejar de ser oligarquía y pasar a ser democracia. Ese es el cambio. Es permitir que ni en el Congreso de Colombia ni en el Palacio de Nariño ni en los juzgados del país lo que mande sea el dinero, sino que sea el pueblo. Eso es una democracia».

El ICP señaló que existen cuatro riesgos solo en este fragmento. Primero, la polarización, pues «usa un lenguaje que incita a la divergencia, al señalar a los empresarios, como los enemigos del pueblo, como la “oligarquía”; en segundo lugar, la promoción de la violencia, «el presidente advierte sobre la posibilidad de que se desate la violencia social, lo que podría interpretarse como una justificación, o incluso una incitación a la violencia», dice el instituto.

Otro de los riesgos encontrados es la promoción de desconfianza a las instituciones, pues, según el análisis, «sugiere que las instituciones del Estado, como el Congreso y los juzgados, están controladas por sectores económicos, y no representan los intereses del pueblo, lo que nuevamente crea categorías de amigo-enemigo»; y, finalmente, la ausencia de diálogo al proponer que «quienes se oponen a las reformas cambien de mentalidad y las acepten, sin posibilidad de disenso u oposición, sin contemplar la posibilidad de un diálogo constructivo.

Así como en este caso, el ICP revisó otros fragmentos de los discursos del mandatario desde que se posicionó y encontró que también se identificó estigmatización del empresariado, simplificación de los problemas, desconocimiento de los avances en materia socio-laboral, estigmatización de la oposición, desafío a la estabilidad política y social y privilegio a las vías de hecho sobre las institucionales.

En el caso del mensaje a quienes cuestionan las reformas que ha planteado el Gobierno, el Instituto analizó parte de un discurso en el que el mandatario dijo:

«Quizás se repitan los hechos de 1948, cuando detuvieron la Revolución en Marcha. Quizás, quizás en los círculos del poder económico se tejan mecanismos para impedir, a partir del dinero, una época de cambios en Colombia. Si eso es así, sólo hay que recordar los sucesos del año 1948, detener la Revolución en Marcha condujo al asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y a una violencia que aún no termina».

Al respecto, el Instituto señaló que «estas advertencias resultan tendenciosas y buscan impedir que, por las vías institucionales definidas en la Constitución de 1991, se tramiten las reformas con el debido debate y el legítimo ejercicio político y ciudadano a la oposición».

Además, añadió que promover las vías de hecho y la violencia como acción política para tramitar reformas «desconoce los principios elementales de la democracia representativa y participativa». «Desafiar la institucionalidad si las reformas no se aprueban tal como las presentó el Gobierno, constituye una clara amenaza a la separación y equilibrio de poderes«, dijo.

Fuente: Diario la republica

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