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East Palestine: el miedo y la desconfianza persisten por la exposición a sustancias químicas
Poco más de 5.000 habitantes residen en East Palestine, una pequeña localidad en Ohio, que fue el corazón del vertimiento de una serie de materiales químicos luego de que un tren se descarrilara el 3 de febrero. Allí, los habitantes denuncian que las autoridades estadounidenses no han dado las indicaciones pertinentes sobre los cuidados y consecuencias que deben tener después del hecho. Un equipo de France 24 visitó el lugar y conoció los testimonios de sus habitantes de primera mano.
Nada más entrar en la localidad de East Palestine lo primero que encuentra el equipo de France 24 es un cartel gigante en el que se lee ‘Home Air Testing (Pruebas de Aire en el Hogar) 330-849-3919’. Aun así, cuando nos cruzamos con Karl Martin, un vecino de este pequeño pueblo de cerca de 4.700 habitantes, nos confiesa que acaba de robar un medidor de contaminación de aire de los que hay en el pueblo para llevárselo a casa.
«Son los que ha puesto la Agencia de Protección Ambiental (EPA) en varias calles para detectar los niveles de toxicidad». Karl no se siente orgulloso de lo que acaba de hacer, pero la frustración y el miedo le han podido. «Han pasado dos semanas desde el accidente y nadie ha venido todavía a mi casa a ver cómo de sano es el aire que respiro, así que lo mediré yo».
La misma desconfianza que desprende Karl, se percibe en la mayoría de los vecinos. Todos tratan de volver a la normalidad después del descarrilamiento del tren propiedad de la empresa ‘Norfolk Southern’ el pasado 3 de febrero, pero lo hacen temerosos de las consecuencias que en un futuro puede tener en su salud lo ocurrido a la puerta de sus casas.
«Nadie me ha dicho cómo tengo que lavar la ropa, o si es seguro limpiar el polvo de mi casa»
Se han inspeccionado hasta el momento más de 500 hogares para analizar los niveles de toxicidad y hasta el momento la EPA continúa asegurando que «la zona es segura» y que «las muestras de calidad del aire en la zona de restos y en los barrios residenciales cercanos no han mostrado niveles de toxicidad por encima de lo normal».
Sin embargo, son varios los vecinos que han reportado dolores de cabeza, vómitos, náuseas, picor y escozor en la garganta y los ojos. Algunos medios de comunicación locales aseguran haber hablado con personas que han reportado la muerte de sus animales, pero nuestro equipo no ha encontrado ninguno de estos casos.
Jennifer Cart, una de las vecinas, reconoce que «sus animales están bien». Ella y su padre viven en una granja muy cerca de donde se produjo el descarrilamiento del tren. «Estuvimos varios días evacuados en un hotel y luego nos dijeron que podíamos volver a casa porque era seguro». En principio agua, tierra y aire eran seguros, pero eso ha cambiado.
Reparten agua embotellada gratuita tras la muerte de miles de peces en el río
Las autoridades recomiendan ahora beber agua embotellada y están tratando de limpiar el río que pasa por East Palestine después de que en los últimos días aparecieran más de 3.500 peces muertos. Se están examinando los pozos que surten a la localidad y también los privados, y se han colocado unas enormes máquinas que disparan agua en un intento de limpiar los ríos. Además, se han colocado pequeños diques para impedir que el agua contaminada de productos químicos siga corriendo río abajo.
Muchos habitantes se preguntan si mientras se llevan a cabo estas labores «deberían seguir lavando la ropa con el agua del grifo”.
“¿Es sano que nuestras mascotas beban de esta agua? ¿Debo lavarme las manos también con agua embotellada?”, pregunta una mujer en voz alta ante varios de los periodistas que estamos cubriendo los hechos en la zona cero.
Nadie les da respuestas sobre los interrogantes de las rutinas cotidianas y mientras tanto la desconfianza sigue aumentando. Sobre todo, después del cambio de las directrices que se dieron el 8 de febrero, cuando los vecinos evacuados pudieron regresar a sus casas.
“Entonces nos dijeron que podíamos hacer vida normal, y ahora que bebamos agua embotellada”, apunta un vecino que rehúsa a que le entrevistemos formalmente, pero se queja en voz alta enfrente de nosotros.
De hecho, en la calle principal del pueblo se ven voluntarios repartiendo paquetes de botellas de agua de manera gratuita.
Enfado ante la falta de transparencia y presencia de autoridades
Otro de los motivos que tiene a los vecinos intranquilos es que la información se ha ido facilitando a cuentagotas, y además a muchos les hubiera gustado contar con más apoyo federal.
El secretario de Transportes, Pete Buttigieg, todavía no ha pasado por allí. Y la Casa Blanca intentaba calmar los nervios el viernes anunciando el envío de médicos expertos a la zona cero para evaluar los daños del desastre, 17 días después de que haya ocurrido.
Además, no ha sido hasta este sábado cuando el CEO de la compañía ferroviaria ‘Norfolk Southern’, Alan Shaw, ha visitado East Palestine (antes dijo que no enviaron a nadie por miedo ante las amenazas físicas que habían recibido). Aseguró a los periodistas que estaba allí «para apoyar a la comunidad», pero se negó a hacer más comentarios.
Fuente: France24