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Civiles que han regresado a Bucha, Ucrania, anhelan recuperar la normalidad

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Somos una maquina de matar como definía el Che Guevara

Cerca de 500 civiles, hombres mujeres y niños, fueron masacrados en Bucha. La crudeza de las imágenes que se difundieron, de cadáveres tendidos en el suelo o acribillados en coches cuando intentaban huir, han conmocionado al mundo y los lideres internacionales han condenado la masacre. Mientras siguen las investigaciones para determinar los crímenes de guerra en Ucrania, los vecinos de Bucha intentan recuperar la normalidad.

Cuando las fuerzas de Kiev entraron en la vecina ciudad de Bucha, en los primeros días del mes de abril de 2022, tras la retirada de las tropas rusas de la ciudad ucraniana, solo encontraron muerte y destrucción.

Hileras de cadáveres tendidos en carreteras y aceras. Fosas abiertas con cadáveres apilados sin haber sido enterrados, relatos de horror y de torturas. Lo ocurrido en Bucha rápidamente fue conocido por el resto de Ucrania y del mundo, causando una enorme consternación.

Los gobiernos occidentales condenaron enérgicamente las masacres y desde el Corte Penal Internacional (CPI) se abrió una investigación para determinar “crímenes de guerra” en Ucrania. Si bien la CPI no tiene jurisdicción sobre Rusia, ya que no ha ratificado el Estatuto de Roma, tratado fundacional de la Corte, un juicio en la ciudad de la Haya podría ser la solución para que estos actos no queden impunes.

La masacre de Bucha y recientemente en Izium, (región de Járkiv), donde se han hallado fosas comunes con cientos de cadáveres que presentaban signos de tortura, podrían ser considerada un “crimen de guerra, pero también el bombardeo de la estación de Kramatorsk, donde murieron 52 personas o el ataque indiscriminado contra un convoy de civiles en Zaporizhia, con más de 25 muertos.

Los ataques sistemáticos a escuelas y hospitales e infraestructuras civiles también entrarían dentro de esta definición.  Mientras las investigaciones siguen su curso, miles de civiles supervivientes de las matanzas de Bucha han regresado a sus hogares y tienen que vivir cada día con el recuerdo doloroso de estos crímenes sin sentido.

El trauma es aún muy grande, pero poco a poco, los vecinos de Bucha intentan recuperar la normalidad. Entre el dolor y el desconsuelo, Svetlana saca adelante ella sola a su hijo Vladimir, paralítico cerebral, a quien le ha contado que su padre «está dormido en el cementerio».

Tetiana, otra vecina, tiene que vivir con el recuerdo traumático de haber tenido que ver diariamente los cadáveres de 8 civiles que permanecieron durante un mes entero en el patio trasero de su casa. “Los rusos disparaban en todas direcciones, a cualquier movimiento en una calle o una ventana, a cualquier cosa caliente que vieran en sus visores térmicos”, relata a France 24 Tetiana, que guarda en su móvil videos que grabó a escondidas durante el mes de ocupación rusa de Bucha.

Otros habitantes deben lidiar con la incertidumbre por la desaparición de un ser querido. Olexandra, de 17 años, lleva más de seis meses sin saber nada de su padre. Sigue esperando cada día la llamada de los servicios para buscar a los desaparecidos durante la guerra.

Poco a poco la vida ha regresado a Bucha y a otros suburbios de Kiev, donde las escuelas y negocios han reabierto. A pesar de la aparente vuelta a la normalidad, hasta ahora, en el oeste de Ucrania, las huellas de la guerra son tan profundas que costará generaciones para superar las heridas causadas por el conflicto.

Fuente: Sistema Integrado Digital

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