En los últimos años se han concentrado en los alrededores de Sudamérica unas 1000 embarcaciones pesqueras de países altamente desarrollados. De ese número, la gran mayoría son de origen chino. Con esa contundente cifra comienza Milko Schvartzman esta entrevista con PanAm Post, quien funge como especialista en conservación marina del Circulo de Políticas Ambientales y experto en flotas extranjeras de pesca.
Además, remarca cómo el régimen de Xi Jinping subsidia a estas flotas para que vayan a pescar a otras regiones, actividad que replican países como España, Taiwán o Corea del Sur. El problema, es que los buques del gigante asiático depredan las especies marinas a tal punto que se corre el riesgo de un colapso ambiental y comercial que afectaría a los países de la región, a sus pescadores y demás fuentes de empleo relacionadas.
Bordean las 200 millas de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) delimitadas por Argentina, Chile, Ecuador, Uruguay o Perú, porque allí está el botín que buscan: distintas especies de calamar y peces que consumen y venden en el mercado internacional. El experto agrega que “en muchos casos hacen ingresos ilegales a nuestro mar jurisdiccional”.
Las consecuencias son grandes y van desde el impacto ambiental, pasando por daños a la economía e incluso, la violación a los derechos humanos. No son un secreto los relatos o tratos inhumanos que reciben los tripulantes. De allí que la fiscalía uruguaya tuviera que inspeccionar el buque “Lu Qing Yuan Yu 765” luego de que en las playas de ese país hallaran una botella con un mensaje pidiendo auxilio. En paralelo, un hombre era rescatado de otro barco por “traumatismo de cráneo” y convulsiones. Relatos previos de sobrevivientes, cuentan que solo los alimentan con arroz y algunas raciones de pescado.
Explotación, esclavitud y muerte
“Es como que están depredando los recursos de nuestros países”, advierte el experto en flotas extranjeras de pesca. Si todo lo anterior no fuera suficiente, se generan problemas adicionales de soberanía y geopolíticos al invadir territorio.
Durante el invierno del hemisferio sur, los barcos permanecen en el océano Pacífico y en verano, el Atlántico. “Podríamos decir que entre noviembre y mayo están frente a la Patagonia argentina”, explica Schvartzman. Él mismo ha participado en patrullajes donde han visto reunidas hasta 600 embarcaciones. Luego, desde mayo a noviembre pescan en los alrededores de las Islas Galápagos.
Son rutas lejanas a Pekín y debido a la poca legislación internacional en alta mar, no hay mayores sanciones. Desde hace tres años, Perú aprobó leyes de monitoreo exigiendo a barcos pesqueros extranjeros que ingresen a sus puertos, usar un sistema de monitoreo. Pero en lugar de aplicarlo, los buques prefieren no atracar en sus puertos y permanecer más tiempo navegando. Sus trabajadores sufren las consecuencias.
Es una historia de diferentes formas explotación que parece no terminar y es una evidencia de que el expansionismo chino también actúa en los océanos. “Hay casos documentados de esclavitud a bordo y casos de descarga de tripulantes fallecidos debido a las severas condiciones de vida”, detalla. No hay condiciones mínimas de seguridad en las embarcaciones, a veces ni siquiera cuentan con chalecos salvavidas.
“Tenemos documentado mediante datos oficiales del gobierno de Uruguay que entre 2013 y 2018 estas embarcaciones descargaron un tripulante fallecido por mes en el puerto. Es terrible, no es normal y demuestra claramente por qué estos tripulantes enviaron el mensaje en la botella”, sentencia.
Fuente: Panampost
