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San Patricio: la verdadera historia detrás de la popular celebración
San Patricio (siglo V EC) es el santo patrono de Irlanda y uno de los misioneros cristianos más exitosos en la historia. Era un ciudadano romano en Gran Bretaña (conocido como Patricius) quien a la edad de dieciséis años fue capturado por unos piratas y lo vendieron como esclavo en Irlanda. Escapó y regresó a Gran Bretaña, se ordenó obispo y regresó a la tierra de su cautiverio como misionero c. 432/433 EC. Se le atribuye haber extendido la alfabetización en Irlanda por medio de ordenes monásticas que estableció, además por revisar y recopilar las Leyes Brehon y por introducir al país al cristianismo. No fue el primer misionero cristiano en Irlanda, pero si el más famoso. Su influencia en las leyes y cultura de Irlanda fue enorme ya que abogó en pro de las mujeres, los pobres y esclavos mientras debatía con reyes y nobles. La fecha de su muerte se celebra el 17 de marzo, pero tanto el año de su muerte como el de su nacimiento son desconocidos.
Primeros años y cautiverio
No se sabe nada de los primeros años de San Patricio salvo lo que menciona en su Confesión (Confessio). Escribe que nació en Bannaven de Taberniae, pero su ubicación nunca ha podido identificarse. Especialistas sugieren que podría estar en Dumbarton o en Ravenglass en Gran Bretaña o en una región de Bretaña, o Escocia o Gales. Su padre era un juez llamado Calporn y de acuerdo a la leyenda su madre era Conchessa, sobrina del famoso San Martin de Tours (316-397 EC). A la edad de dieciséis años lo capturaron unos piratas y lo vendieron como esclavo en Irlanda. Algunos escritores, como Probus relatan que San Patricio fue capturado junto con dos mujeres, Darerca y Lupida, que eran sus hermanas, pero Patricio no hace ninguna referencia de ellas y Probus duda si eran hermanas de sangre. Y si existieron, Probus dice que eran ‘hermanas’ de fe.
En Irlanda, a Patricio lo vendieron a un cacique local llamado Miliue de Antrim (también conocido como Miliucc) quien lo mandó a ocuparse del rebaño en el cercano Valle de Braid. Sirvió a Miliue por seis años, con frecuencia arreando al rebaño casi desnudo y en todos los climas. El escritor Thomas Cahill describe su condición:
La vida de un pastor esclavo era una vida infeliz. Arrancado de la civilización, Patricio tenía como su único protector a un hombre que no valoraba mucho su propia vida mucho menos la de otros. El trabajo de estos pastores era amargamente solitario pasaban meses solos en las colinas, los contactos ocasionales, que pudieran tener les acarrearía más dificultades…. Como muchos otros en circunstancias intolerables, empezó a rezar. Nunca había puesto atención a las enseñanzas de su religión nos dice, que él nunca había creído en Dios, y encontraba a los sacerdotes ridículos, pero ahora, no había nadie a quien recurrir excepto el Dios de sus padres (101-102).
La fe de Patricio y la confianza en Dios se volvió vez más fuerte cada día. El escribe cómo, «El amor y temor a Dios aumentó más y más ante su grandeza; creció más amor en mi corazón, mi fe se afirmaba, mi espíritu se engrandecía, así que oraba cientos de plegarias al día y por la noche otras tantas. Me levantaba antes del alba, en la nieve, el frío, la lluvia y sin embargo no sentía dolor, ni tampoco era perezoso. Para ese entonces el espíritu de Dios me daba calor.» Así continuo hasta que una noche recibió un mensaje en un sueño.
Una voz le habló y le dijo, «Tu ayuno fue recompensado. Te irás a casa. Mira, tu barco está listo.» Patricio de inmediato escapó hacia el mar, caminó como un esclavo fugitivo más de 200 millas hacia la costa, probablemente Wexford. Trató de conseguir un lugar en un navío mercante que se dirigía a Gran Bretaña, pero lo rechazaron. Entonces, narra cómo rezó con fervor y pidió ayuda, el capitán del barco envió por él y accedió a que subiera a bordo. Tres días más tarde desembarcaron en las costas de Gran Bretaña.
Ordenación de Patricio y regreso
Soñó que un hombre llamado Víctor que había conocido en Irlanda llegó con unas cartas:El lugar donde Patricio desembarcó en Gran Bretaña no es claro, pero él narra haber llegado a tierra junto con unos marineros irlandeses a un lugar con un paisaje desolador. Tardaron dos semanas en atravesar lo que parecía un desierto, tiempo en cual Patricio los salvó de morir de hambre. Cuando se burlaron acerca de su fe y de lo poco que era útil para hallar comida o agua, él los alentó para que rezarán y confiarán en Dios; dentro de poco apareció una manada de cerdos para proporcionarles comida. Viajó con los marineros hasta que llegaron a un pueblo, a partir de ahí viajó solo y al final llegó a su casa en donde fue muy bien recibido por sus padres. Cahill escribe: «Pero Patricio ya no era un adolescente romano despreocupado, endurecido física y psicológicamente por experiencias indescriptibles, rebasado por sus iguales en educación, él no pudo adaptarse» (105). Aún así, permaneció en la casa de sus padres hasta que otro sueño iluminador lo alentó a irse.
Soñó que un hombre que había conocido en Irlanda llamado Víctor venía a él llevando cartas:
Y ahí estaba una visión durante la noche, un hombre llegó del oeste, su nombre era Víctor, y cargaba muchas cartas, me las dio a leer, y cuando empecé a leer había una voz que llegaba desde Irlanda. Entonces pensé que era la voz de los habitantes del Bosque Focluit, cerca del mar occidental: parecía que gritaba en una sola voz diciendo: `Ven con nosotros, santo niño, y camina de nuevo entre nosotros.’ Me sentí conmovido y no pude leer más. Entonces me desperté.
Patricio dejó a su familia, en contra de sus protestas y viajó a Gaul donde después de años de estudio, fue ordenado obispo en Auxerre. Habría podido permanecer en Gaul o regresar con su familia en Gran Bretaña, pero Patricio creía que tenía una misión con la gente que había dejado en Irlanda y entonces regresó. Antes de irse se confesó con un amigo en Auxerre acerca de un pecado que llevaba en su consciencia desde su juventud. La naturaleza de este pecado nunca se menciona, pero su confesor más tarde lo reveló, y el resultado fue que Patricio se defendió en sus famosa Confessio.
Cuando llegó a Irlanda no fue bienvenido. Escribió cómo: en el momento que desembarcó (probablemente en Wicklow) la gente fue tan hostil que de inmediato se fue al norte. Patricio sabía hablar el idioma de los irlandeses, además e igual de importante, conocía sus creencias debido a los años que estuvo en cautiverio. Parecía ser experto en compartir el mensaje cristiano de modo que la gente pudiera entenderlo y recibirlo. Se ha escrito mucho acerca del famoso episodio en el cual Patricio explica el concepto de la Santa Trinidad usando una hoja de trébol; historiadores, especialista y teólogos han deliberado si este acontecimiento en realidad pasó. No es importante si este pasaje alguna vez ocurrió, sino lo crucial es el método que Patricio utilizaba para acercarse a la gente. El concepto de triple deidad; un ser sobrenatural que representaba tres aspectos, era muy bien entendido en Irlanda. A pesar de que no hay nada escrito hasta los siglos XI/XII EC, el relato de las diosas ancestrales Eriu, Fodla y Banba, las tres hermanas que dieron nombre a Irlanda, fue contado por tradición oral por siglos. En efecto, eran las tres facetas del espíritu de la tierra. La diosa Brigid, de igual forma, era representada como tres hermanas quienes personifican las fuerzas vitales; sanación, creatividad y productividad. La historia de San Patricio y la hoja de trébol reflejaría cómo San Patricio se basó en el aspecto espiritual y físico que conocían bien de los irlandeses para así explicarles el evangelio en términos familiares.
La misión de Patricio
Cuando San Patricio llegó a Irlanda no fue el primer misionero en Irlanda ni tampoco Irlanda era una tierra pagana salvaje. Paladio fue el primer predicador cristiano en Irlanda y el primer obispo. Ya existían cristianos en Irlanda a la llegada de Patricio y eran comunidades cristianas bien establecidas. Patricio no introdujo el cristianismo en la isla más bien, lo hizo popular de acuerdo con la leyenda, él fomentó su crecimiento y es por eso que Patricio es más conocido.
Patricio llegó más o menos entre 432 o 433 EC, anunciando la llegada del cristianismo de manera espectacular. El festival pagano de Ostara estaba por celebrarse, y el Gran Rey de Tara había decretado que ninguna fogata se prendiera en el territorio antes de que la gran hoguera se encendiera en la Colina de Tara, iniciando con esto el festival. Patricio y sus seguidores subieron a la Colina de Slane, del otro lado de Tara, y prendieron su propia hoguera. Cuando el rey vio las llamas, y que desafiaban su orden, envió soldados para apagarla y arrestar a quien sea que estuviera involucrado. Cantando el poema ahora conocido como la Coraza de San Patricio (un himno también nombrado como Faed Fiada o el Grito del Ciervo) Patricio y sus partidarios pudieron pasar, como si fueran una manada de ciervos sin que los soldados los detectaran.
Llegaron a Tara donde Patricio venció a los druidas en un debate y ganó el derecho a predicar en la corte del rey Laoghaire, a su reina y sus caciques. En este momento los saldados que el rey había enviado a arrestar a Patricio llegaron, reportando que les fue imposible extinguir la hoguera de Patricio. La historia termina cuando muchas personas de la corte se convirtieron al cristianismo, y aunque el rey se rehusó, respetó muy bien a Patricio y le otorgó la libertad para que continuara con su misión.
La teoría que sugiere el investigador T. F. O’Rahilly de que existían dos San Patricios −uno era Paladio y el otro Patricio y sus historias se mezclaron− es insostenible debido a que, la misión de Paladio nunca provocó este tipo de historias y leyendas, las cuales Patricio si ocasionó, además no existe evidencia arqueológica que sostenga que hubo una conversión cristiana tan amplia durante el apostolado de Paladio como si lo hubo con Patricio. Paladio arribó como un representante de la iglesia cristiana para convertir a los paganos; Patricio llegó como amigo de la gente para darles a conocer a un compañero leal que lo había ayudado cuando más lo necesitaba. Cahill explica, que Patricio «transformó las virtudes paganas [de los irlandeses] de lealtad, valentía y generosidad a los equivalentes cristianos de fe, esperanza y caridad. Pero, aunque esta particular exhibición de virtud hubiera hecho amigos, no necesariamente hubiera ganado cristianos, al menos no entre gente tan terca como los irlandeses» (124). San Patricio tuvo éxito en su misión conmoviendo a las personas por medio de un profundo respeto y amor hacia ellos y a su cultura a la cual había llegado para adoptar. Cahill escribe:
Al convertirse en un irlandés, Patricio entrelazó su mundo con el ellos, su fe con su amor… Patricio encontró la forma de profundizar en su espíritu, animándolos y transformando la imaginación irlandesa, haciéndolos más humanitarios y más nobles, pero al mismo tiempo conservándolos irlandeses. Ya no sería el agua bautismal el único símbolo efectivo de una nueva vida con Dios. La nueva vida estaba en todas partes en abundancia, y toda la creación de Dios era buena (115).
Vida futura y legado
Patricio encontraría comunidades cristianas a lo largo de Irlanda, la más importante fue la iglesia de Armagh que se convertiría en la capital eclesiástica de las iglesias de Irlanda y en donde Patricio recopiló las Leyes Brehon, escribiría su Confesión, y se retiró. La Iglesia Celta que el fundó, como la del misionero Columba de Iona en Escocia, después de él, difieren en varias maneras de la iglesia de Roma, lo más significativo es la incorporación de las mujeres dentro la jerarquía de la iglesia, el día de Pascua, la ordenación de monjes y la ceremonia. Los especialistas están divididos en cómo estas diferencias en realidad eran trascendentales y la mayoría en la actualidad rechazan la afirmación de que la visión de la Iglesia Celta era muy diferente a la visión de la Católica Romana.
Sin embargo, en el tiempo que paso en Irlanda, San Patricio cambió la vida y el futuro de la gente con la que alguna vez había caminado como esclavo. Cualquier éxito que los anteriores misioneros, como Paladio, Albeo, Declán, Ibar y Ciaran hayan logrado, ninguno avanzó tanto en pro de la alfabetización, espiritualidad y la dignidad de los individuos como Patricio lo hizo. El historiador Murray Pittock cita el punto de vista del erudito de los siglos XIX/XX EC, de que los irlandeses eran «descendientes de una civilización pagana de guerreros, quienes cuando se convirtieron al cristianismo, transformaron Irlanda en una isla única de santidad y conocimiento» la cual redefinió la sociedad Celta y Céltica (76). Los monasterios que San Patricio fundó o que alentó se convirtieron en centros de alfabetización, conocimiento, y en universidades extensas dedicadas a la instrucción; con el tiempo sirvieron para recopilar y conservar los registros escritos de la civilización occidental después de la caída de roma. El Imperio Romano nunca invadió Irlanda así que relativamente a Irlanda no le afecto su caída. En los monasterios cristianos de Irlanda las grandes obras escritas del pasado se copiaron y conservaron para las generaciones futuras. Por medio de su visión y misión, de San Patricio cambió no solamente a Irlanda, sino al mundo.
Fuente: Sistema integrado digital