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La burda iniciativa kirchnerista que combina fascismo, socialismo y nazismo

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El sindicato de Camioneros mandó a la calle a los choferes contra el cumplimiento de los «Precios justos». Deberían ir todos presos

Grupo de choque controlando precios. Autoritarismo inaceptable implementado por la secretaría de Comercio, dependiente del ministerio de Economía del «moderado» Sergio Massa. (Twitter)

Aunque el gobierno argentino celebre como un mérito el acumulado anual inflacionario de 94,8 % (propagando el pensamiento de que es gran cosa haber terminado debajo de 100 %), lo cierto es que el número —pésimo por sí— es bastante mentiroso. Sin los denominados “acuerdos de precios”, que para lo único que sirven es para falsear estadísticas y mostrar espacios vacíos en las góndolas, la cifra se hubiera ubicado cómodamente por encima de los tres dígitos. Ante los reclamos de las predecibles ausencias e “irregularidades” de los productos que están bajo el régimen de “precios justos”, la secretaría de Comercio apeló a una nefasta iniciativa con condimentos del fascismo puro y duro, sumado a socialismo y nazismo todo combinado.

La dependencia manejada por Matías Tombolini (que debería terminar con un proceso judicial con condena más temprano que tarde) envió a grupos de “voluntarios” del sindicato de Camioneros a “auditar” la correcta implementación del nefasto programa gubernamental, que ya tiene varias clausuras y multas impuestas a las empresas “infractoras”.

Esta iniciativa, que ya tendría que haber generado una buena cantidad de denuncias en la justicia, por motivos que van de la inconstitucionalidad de fijar los precios desde el Estado hasta el abuso de autoridad y mal desempeño de funcionario público por parte de Tombolini, además de recordarnos al fascismo mussoliniano tiene cuestiones que remiten directamente al socialismo soviético y al nacional socialismo de Hitler y compañía.

Como solemos recordar desde estas columnas, más allá de la inmoralidad del comunismo en materia de violencia y autoritarismo, el modelo socialista tiene una falla de base que bien describió Ludwig von Mises hace ya un siglo. Cuando se distorsiona el sistema de precios libres, los agentes no pueden hacer cálculo económico ni planificación alguna. Lo que el pensador austríaco descubrió que ocurría con la eliminación de la propiedad privada en los albores de la revolución bolchevique se corroboró también en los procesos democráticos donde se intervino la economía. No hace falta terminar con la propiedad, como sugiere el marxismo, para obtener los mismos vicios que arruinan las economías centralmente planificadas. Y Argentina, aunque muchos economistas (incluso denominados como “liberales”) no terminan de comprenderlo, tiene en su economía híper regulada todas las externalidades negativas que surgen en el socialismo.

Ahora, como si el desastre económico que generan estas iniciativas no fuera suficiente (además de contribuir a la confusión sobre la problemática inflacionaria sus causas y solución), el accionar de una patota privada operando como una fuerza gubernamental nos remite directamente a los inicios del nazismo. Con esto nadie está diciendo que el kirchnerismo busca implementar un modelo racista, antisemita, genocida, con interés de dominar el mundo. Claro que no. Pero si existe alguna similitud entre los movimientos políticos, es justo y necesario repararla. La tragedia del Holocausto suele ser utilizada por gobiernos autoritarios, para censurar cualquier asociación al nazismo, con la excusa de la “banalización”. Sin embargo, la verdad es que el sindicato de Camioneros operando como grupo de tareas de la secretaría de Comercio es la encarnación actual de las SA (Sturmabteilung) o las SS (Schutzstaffel). Las camisas pardas y negras eran los grupos de choque del partido que terminaron operando como fuerzas gubernamentales. Se trata lisa y llanamente de la personificación de la esvástica: el símbolo de un partido político que terminó siendo la bandera del país. Esa simbiosis entre partido, gobierno y Estado, que es en el fondo la verdadera manifestación del fascismo, ha sido permanente durante todo el proceso kirchnerista iniciado en 2003.

Estas iniciativas inaceptables deberían tener el repudio total y absoluto de la sociedad civil, la oposición y una urgente y ejemplar reacción de la justicia. Lo demanda la Constitución Nacional.

En él legionario escribió muchos artículos ya durante la segunda Guerra mundial sobre cómo nazismo, socialismo y fascismo son similares.

SAETA

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