El régimen comunista chino está decidido a convertir al gigante asiático en la mayor potencia mundial por encima de Estados Unidos, posiblemente sea el anhelo más grande del dictador Xi Jinping. Para llegar a ese objetivo, tiene que cubrir frentes que van desde el comercio, hasta el arsenal militar. Por ese motivo no es extraño que se adentre en terrenos tecnológicos para fabricar armas que le permitan alcanzar esa supremacía.
Un informe elaborado por tres expertos en biología, inteligencia y armamento reveló cómo el régimen estaría preparando arsenal para “neuroataques” que dejarían a las víctimas con daños cognitivos, reducción de la conciencia y del pensamiento. Para hacerlo, se emplearían técnicas de energía dirigida. Es decir, el peligro de las armas de guerra cerebral de China antes o durante un conflicto “ya no es teórico”, apuntó The Washington Times al acceder a dichas páginas.
Puede que sean impactantes los hallazgos de la investigación titulada “Enumeración, focalización y colapso del Programa Neurostrike chino del Partido Comunista”, pero el mundo ha visto casos que levantan sospechas de armas similares usadas anteriormente. Una sencilla búsqueda en Internet permite revisar muchos casos de diplomáticos estadounidenses afectados por el misterioso “síndrome de La Habana”. Washington desconoce —al menos públicamente— qué ni quién está detrás de extraños padecimientos como mareos, zumbidos y parálisis de cuerpo entero. ¿Es entonces el nuevo informe una pista respecto a aquellos episodios?
Contra las mentes del personal militar
Para Xi Jinping tener poder significa abarcar todo: desde el espacio hasta el subsuelo del planeta. En ese sentido construyó una enorme estación espacial en la órbita baja de la Tierra, buscó y encontró un nuevo mineral en la Luna, y kilómetros abajo, está perforando un pozo de 10000 metros hacia el centro de la Tierra.
Por eso, el que crea que el Programa Neurostrike es ficción, posiblemente deba repasar cada una de las iniciativas chinas en favor del expansionismo que anhela su líder. Recibe ese nombre porque se trata de un “ataque diseñado a los cerebros del personal militar o de civiles utilizando tecnología no cinética”.
Ryan Clarke, miembro principal del Instituto de Asia Oriental de la Universidad Nacional de Singapur; Xiaoxu Sean Lin, exmicrobiólogo del Ejército que ahora trabaja en Feitan College; y LJ Eads, exoficial de inteligencia de la Fuerza Aérea aseguran que China “considera el neuroataque y la guerra psicológica como un componente central de su estrategia de guerra asimétrica contra Estados Unidos y sus aliados en el Indo-Pacífico” .
Lanzan también una advertencia. Este tipo de armas de “neuroataque” no deben verse como un componente excepcional del arsenal de China. Simplemente ya forman parte de las “capacidades militares estándar” del gigante asiático.
Infundir terror en la guerra
Para entender mejor cómo funcionarían, primero hay que saber qué es la SSF (Strategic Support Force). Se trata de un grupo dedicado a brindar apoyo al Ejército Popular de Liberación (EPL) “e integrar el reconocimiento, alerta temprana, comunicaciones, comando y control para las maniobras militares en todos los dominios”. De manera que ellos podrían estar relacionados a los avances con las armas de neuroataque.
¿En qué tipo de conflictos podrían usarse? La respuesta no es difícil considerando las ansias de Pekín por apoderarse de Taiwán, también en el Mar de China Meridional dados los 7 mil millones de barriles en reservas de petróleo que contiene la zona y que le reclaman a China países del sudeste asiático por querer apoderarse de esta. Las tensiones sobran.
Los tres expertos bosquejan un escenario hipotético del uso de las armas: “Imagine tropas del EPL inmunizadas que se insertan en una geografía donde se ha liberado una cepa bacteriana específica, antes de su entrada, para preparar el terreno y eliminar los puntos de resistencia”, afirman. “Cualquier fuente restante de resistencia en el terreno se trata luego con armamento de neuroataque [chino] que infunde un miedo intenso y/u otras formas de incoherencia cognitiva que resultan en la inacción”.
A los demás países, les sugieren tomar cartas en el asunto. Especialmente EE. UU. debería exponer a China y promover conversaciones en organismos internacionales. Aunque la débil política exterior del actual presidente Joe Biden posiblemente evite que eso suceda.
Fuente: Panampost
