El régimen comunista chino presta millones de dólares a países en vías de desarrollo sin exigir demasiadas condiciones a cambio. Sin embargo, cuando estos no pueden pagar, Pekín interviene presionando sobre sus decisiones políticas o apoderándose de sus activos.
Así funciona, a grandes rasgos, la polémica Ruta de la Seda china que actualmente se extiende por gran parte del mundo, incluyendo el Cuerno de África, Europa y América Latina. Solamente en Bolivia, el gigante asiático participa en la explotación de litio, cuyas reservas en esta nación sudamericana, son las más grandes del mundo.
Las implicaciones son enormes y los riesgos aún mayores. Tal como explica Agustín Barletti, autor del libro “El hambre del dragón, el plan de China para comerse al mundo”, en entrevista con PanAm Post, “la Ruta de la Seda es el último gran empujón que quiere dar China en su proyecto de conquistar el mundo y lograr la supremacía sobre el mundo occidental y sobre Estados Unidos”.
“Para eso trazó toda una estrategia con base en inversiones millonarias cuando en realidad, nos encontramos con que la mayoría de los países a los cuales China les está prestando dinero, son aquellos con severas dificultades económicas. Casi 60 % de los países se considera que tienen créditos basura y sin posibilidades de adquirir préstamos por otras vías”, asevera el también editor del suplemento Transport & Cargo del diario El Cronista.
Un cinturón – Una ruta
Pero la Ruta de la Seda china no pasa sólo por tierra, hay también toda una estructura logística marítima en puertos internacionales e infraestructura costera que llega hasta a Europa, India, África y Latinoamérica. Se llama China’s Belt and Road Initiative (BRI), (Un Cinturón-Una Ruta, en español) y cuenta inclusive con la participación del Ejército Popular de Liberación de Pekín (EPL). Como resultado, “30 % de todos los contenedores que se mueven en el mundo en algún momento pasan por un puerto de China”, menciona el autor del libro sobre el gran Dragón Rojo.
Es una gran red que ha tejido durante años el Partido Comunista y su máximo líder Xi Jinping, lo cual explicaría por qué gobiernos de la región son tan laxos con temas como el asedio de barcos chinos y la pesca indiscriminada en el Pacífico y Atlántico sur, o la construcción de un “puerto multipropósito” en Tierra del Fuego, Argentina (finalmente cancelado en junio pasado).
Barletti cita otro caso dentro del gobierno argentino de Alberto Fernández, en octubre de 2022, cuando este se abstuvo de votar en la ONU a favor de debatir las violaciones de derechos humanos cometidas por el régimen comunista chino contra la minoría musulmana uigur. “Varios países votaron a favor de China, o sea en contra de este pedido. Ahí se nota cómo la billetera de Pekín genera el doble discurso”.
Fuente: Panampost