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El cuadro que más ha hecho contra el ateísmo de la historia:

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El cuadro se llama «La incredulidad de Santo Tomás”, fue pintado en 1602 y hoy se conserva en la pincacoteca del Palacio de Sanssouci en Postdam, AlemaniaImagen
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Recoge el momento que relata el Evangelio de Juan (Jn 20, 24-29) en el que Jesús resucitado se aparece por segunda vez a sus apóstoles reunidos, el domingo siguiente a su resurrección.Imagen
La primera aparición se representa en este otro cuadro. Cuenta el número de los apóstoles a ver si descubres algo curioso…Imagen
Efectivamente, no hay 12, sino 10 apóstoles. En esta representación de la famosa Maestà de Duccio di Buoninsegna faltan dos apóstoles: Judas, que acababa de quitarse la vida, y Santo Tomás que “no estaba con ellos” en la primera aparición.
¿Dónde se habría metido? El caso es que, como dice el Evangelio, Tomás se perdió la prueba irrefutable de que el Maestro había efectivamente resucitado. ¡Todos lo vieron menos él!
Pero el muy testarudo no quiso creerlos y contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».
La incredulidad de Santo Tomás de Caravaggio no es solo una obra maestra del arte barroco… es un retrato de la duda, una bomba teológica envuelta en pinceladas de luz y sombra. El autor quiere unir el cielo y la tierra, lo humano y lo divino, lo material y lo espiritual.
Es lo mismo que expresa el símbolo cristiano más universal, la cruz, el “axis mundi” donde Dios muere como hombre, que nos muestra la disposición de las cabezas de los cuatro personajes.Imagen
También vemos su intención en el óvalo que forman los cuerpos. Es una especie de mandorla, una figura que, al ser la intersección de dos círculos, representa la unión o mediación entre dos mundos o dimensiones: el mundo terrestre y el mundo celestial.Imagen
Pero los personajes en esta postura “divina” están pintados de forma muy humana, sin ningún rasgo que les haga parecer divinos como la tradicional aureola.
El foco de luz divina del que proviene Cristo, a la izquierda, ilumina progresivamente la penumbra en la que viven los hombres situados a la derecha. Frente a la oscura duda de Tomás por no ver, Jesús le ofrece la claridad no solo de ver, sino de tocar.
Le dice: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyentes». No le reprocha, no se aparta. Lo guia.Imagen
Las manos de Jesús dejan ver las heridas de los clavos, el dedo índice de Tomás entra en el costado hasta la segunda falange para tocar la costilla de Jesús. Luego te contaré el significado de la costilla y del dedo índice.
Caravaggio anticipa algo impresionante: Tomás es el primer moderno. No cree por tradición, sino por experiencia.
Necesita pruebas. El cuadro nos dice: «Dios no teme tus preguntas. Se deja tocar».
El cuadro es contemporáneo de los padres del método científico: Francis Bacon, Galileo, Descartes… En ese ambiente en el que se pone en todo duda lo que no se puede “demostrar”, Caravaggio parece decir: “mirad, Tomás lo demostrado”.Imagen
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El mismo Cristo que había muerto en la cruz (las llagas lo demuestran) resucitó en la carne y se mostró hasta el punto de dejarse tocar. La expresión de sorpresa en el rostro de Tomás no deja lugar a dudas de que es el mismo Jesús que él conoció.Imagen
El cuadro captura el momento justo antes de que Tomás diga su famosa confesión: “¡Señor mío y Dios mío!”
Es la primera vez que un apóstol llama directamente a Jesús Dios.
El papa san Gregorio Magno dijo: «la incredulidad de Tomás nos ha sido mucho más útil respecto a la fe que la fe de los otros discípulos. En efecto, mientras Tomás es llevado de nuevo a la fe mediante el tacto, nuestra mente se consolida en la fe con la superación de toda duda.Imagen
Así, el discípulo que dudó y tocó, se convierte en testigo de la realidad de la Resurrección”, hasta aquí la cita.
Tomás no representa al incrédulo… Representa al que busca y quiere creer, pero necesita pruebas.
Y Cristo no lo rechaza, le ofrece su herida como respuesta.
A su lado, dos testigos (número requerido por la ley judía para que un testimonio sea válido) comprueban igualmente sorprendidos que el hecho es ciertoImagen
La mirada de Jesús está perdida, no mira a Tomás, ni a su mano, sino a un punto alejado del cuadro. No mira a nadie porque nos mira a todos. Caravaggio quiere incluirnos en su obra haciendo que Jesús nos invite a tocar, con Tomás su herida.Imagen
¿Pero cómo hacerlo si no tenemos a Cristo Resucitado delante? Hay que ir al simbolismo del que os hablé antes de la costilla y el dedo índice.
Comenzamos con el dedo índice. ¿Te suenan estos dos? Son los de la famosa creación de Adán de Miguel Ángel. La fe, para el cristiano, es como una nueva creación, es nacer de nuevo.Imagen
Y seguimos con la costilla. Te sonará también que Dios creó a Eva de la costilla de Adán según el Génesis. Pues bien, la tradición cristiana siempre ha encontrado en Adán la figura de Cristo y en Eva figura de la Iglesia, esposa de Cristo.Imagen
Las manos sucias de Tomás, su ropa rasgada representan a un incrédulo cualquiera, como tú o como yo. Con nuestras debilidades, nuestras faltas de fe, nuestros egoísmos…Imagen
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Pues estamos invitados a tocar al resucitado en su costilla, en la Iglesia. Allí vive el resucitado, allí quiere encontrarse con el ateo, con el agnóstico o con el creyente alejado.
Decir que no se quiere saber nada de la Iglesia sin haberla pisado o por los testimonios de oídas es poco científico. Si quieres tocar, toca, pero no superficialmente, ¡atrévete un metro bien el dedo hasta tocar la costilla! Imagen

https://x.com/Antonio1Moreno/status/1940507837584834760?t=qS2Kd_rwOHo2IbEu4FLb8A&s=19

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