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Mons. Schneider: «Desde hace 50 años se extiende por la Iglesia la anarquía litúrgica»

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Athanasius Schneider: "La situación actual es muy similar a la opresión comunista"

El obispo y escritor monseñor Athanasius Schneider ha hablado con La Bussola de su último libro La Messa cattolica. Las desviaciones que se han producido en el culto en las últimas décadas tienen su origen en la pérdida del sentido de lo sobrenatural, enfermedad que vuelve a los creyentes cristianos débiles e incapaces de dar testimonio en un mundo esclavo de las diversas ideologías dominantes.

Monseñor Athanasius Schneider es obispo auxiliar de la diócesis de María Santísima en Astaná. El autor de origen kirguís ha publicado una nueva obra, La Messa cattolica. Passi per ripristinare la centralità di Dio nella liturgia (Chorabooks 2022). Pasó sus primeros años de vida en la Iglesia clandestina de la Unión Soviética, y en su nuevo libro expone diáfanamente el núcleo de la misión de la Iglesia Católica: el Santo Sacrificio de la Misa, que es preciso redescubrir como obra de Dios y no de los fieles y los sacerdotes. Entre sus páginas se reencuentra fácilmente su profunda reverencia por la Misa y la Eucaristía, fruto de su experiencia personal de privaciones y persecución.

¿Por qué ha escrito La Misa católica? ¿Existen acaso otras misas?

Desde hace cincuenta años se extiende por la Iglesia Católica, sobre todo en los países occidentales, una práctica litúrgica cada vez más abusiva y arbitraria de la celebración de la Santa Misa. El panorama completo de la vida litúrgica del Rito Romano se puede calificar, de una manera demostrable, de anarquía litúrgica.

¿Qué entiende por anarquía litúrgica?

Una Misa celebrada cometiendo abusos, o con un estilo informal típico del culto protestante, o que reviste la forma exterior de un banquete, eclipsa notablemente las verdades doctrinales de la Misa, es decir su carácter ante todo expiatorio y la naturaleza sublime del misterio y la sacralidad. El rito nuevo de la Misa merma la catolicidad, y católico quiere decir lo que siempre y en todo lugar ha sido aceptado por todos. Esto lo expresa de modo impresionante el rito tradicional de la Misa, con criterios como la antigüedad, su uso por generaciones ininterrumpidas de católicos y la extensión geográfica que abarca dicho uso.

¿Qué es la Misa?

La Sagrada Liturgia es, ante todo y esencialmente, la glorificación del Dios Uno y Trino. Por consiguiente, transmite la gracia y la salvación eterna a cuantos la celebran, cuantos participan en ella y a aquellos por quienes se ofrece en particular.

¿Cómo se inserta la liturgia en el contexto moderno y en la crisis que vive la Iglesia?

El mundo actual se caracteriza de un modo muy profundo por la pérdida del sentido de lo sobrenatural, o sea, por una autorreferncia del hombre; se centra en sí mismo. Ése es el núcleo del naturalismo, la enfermedad espiritual más grave que aqueja a la Iglesia en nuestros días.

¿Se ha contagiado la Misa de esa enfermedad?

Hace falta una reforma litúrgica con urgencia, la cual debe consistir desde el primer momento en que todos, sacerdotes y fieles, vuelvan a dirigirse –también de forma visible– a Dios en la celebración del rito. En cierta forma, nos encontramos en medio de ruinas litúrgicas. Tenemos que seguir custodiando el tesoro de la liturgia tradicional, que es una liturgia que celebraron los santos durante milenios. Y no sólo para conservarla, sino para cultivarla y promoverla.

V.E. se crió en un país comunista en el que para recibir la Eucaristía había que caminar durante horas soportando el frío. ¿Por qué hacer un sacrificio tan grande por algo que tantos califican de mero símbolo?

La Misa es la realidad más grande, más tremenda, más sagrada, más consoladora y más saludable que hay en el mundo. ¡No es un símbolo!

«Tremenda». ¿Por qué?

Porque la Misa no es otra cosa que el Sacrificio de la Cruz. Contiene real, verdadera y sustancialmente el Cuerpo y la Sangre inmolados y glorificados de Cristo y el acto de la Redención. Si reconociéramos esta realidad, si nos diéramos cuenta de ella, cada uno de nosotros haría todo lo posible por participar en ella, haciendo frente a toda dificultad. En diversos momentos y lugares han sido muchos los católicos que han muerto por asistir a Misa; su sangre se unía místicamente a la del Sacrificio de Cristo presente en el altar.

Cuando pudo irse con su familia a Alemania y escapar de la persecución comunista, ¿observó alguna diferencia en la forma de vivir la fe y participar en los sacramentos?

Encontré una dimensión sobrenatural debilitada. Imperaba un espíritu mundano, un activismo en detrimento de la oración. En muchos casos faltaban la debida reverencia al Santísimo Sacramento y la recepción asidua del sacramento de la Penitencia. Y la vida de muchos sacerdotes parecía mundana.

¿A qué época se refiere?

Me fui a vivir a Alemania con mis padres y mis hermanos en 1973.

En cierta ocasión V.E. dijo que el materialismo que se ha extendido por Occidente sigue el mismo modelo que el comunismo. ¿Qué quiso decir con ello?

El mundo político y social de Occidente manifiesta cada vez más las características típicas del régimen comunista soviético: un continuo lavado de cerebros mediante eslóganes y axiomas ideológicos por parte de partidos poderosos y de los medios de difusión, todos los cuales están alineados como si dependiesen de una autoridad central.

¿Cuál es ideología que predomina hoy?

La ideología de género. Es una ideología neomarxista que tiene por objeto la destrucción de la familia, meta política ya expresada por Marx en su Manifiesto comunista de 1846. Todos los sectores de la sociedad están obligados a  alinearse   con esta nueva ideología, y los disidentes, es decir, los que se resisten a aceptar la preponderancia y exclusividad de la nueva ideología de género, son objeto de pública burla, marginalizados, intimidados y hasta castigados. No se puede negar que vivimos en un sistema político que recuerda a las vergonzosas dictaduras políticas que ha conocido la historia reciente de la humanidad.

Más de 360 millones de cristianos padecen graves persecuciones a causa de su Fe. En un año, 5621 han sido asesinados, 4542 detenidos sin proceso y 5259 secuestrados. En general, el nivel de persecución ha aumentado. ¿A qué se debe esto?

Que la religión cristiana sea la más perseguida demuestra que es la verdadera y la única.

¿Tendría la bondad de explicarlo?

El Imperio Romano, pagano, calificaba el cristianismo de odium generis humani (Tácito, Anales 15, 44, 4). En los primeros siglos se escribían cosas como: «Hacen el bien, y son castigados como malhechores; y, al ser castigados a muerte, se alegran como si se les diera la vida. Y los mismos que los aborrecen no saben explicar el motivo de su enemistad» (Epístola a Diogneto, 5). Es más, las palabras de Jesús siguen siendo válidas para todos los tiempos: «Si el mundo os odia, sabed que me ha odiado a Mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero como vosotros no sois del mundo –porque Yo os he entresacado del mundo– el mundo os odia» (Jn 15, 18-19).

Entre los peligros que nos amenazan, el islam está en primer lugar, seguido por el comunismo. Porque también en Occidente el islam se abre cada vez más espacio. No sólo es una religión que va en aumento, sino que está alterando tradiciones culturales, alimentarias y leyes civiles.

La raíz más profunda de la actual islamización de Europa, orquestada desde hace mucho tiempo por las élites políticas socialistas, verdes y masónicas, se hace patente en la apostasía de la identidad cristiana europea. O sea, su propia identidad. De ello han hablado Juan Pablo II y Benedicto XVI. Por medio del islam, poderosas entidades políticas europeas tratan de marginar el cristianismo en el Viejo Continente reduciéndolo a una religión minoritaria, intimidada y aquejada de complejo de inferioridad. No debemos temer tanto al islam como a un cristianismo débil. Y lo más temible es una jerarquía eclesiástica intimidada y colaboracionista para con el actual régimen político y mediático anticristiano.

¿Cree que no están lejos los tiempos en que la Fe católica, en un mundo hostil que la denigra públicamente, pueda transformar las casas de las familias creyentes en catacumbas rebosantes de fe viva?

Son tantas las señales que se dan en la vida política y social de Europa y Norteamérica que podemos considerar bastante realista esa posibilidad.

¿Qué significado tiene hoy no quemar incienso ante el César?

Se nos pide incensar a varios ídolos: la ideología de género, que niega la creación divina de los sexos y la naturaleza del matrimonio en su aspecto de unión entre un hombre y una mujer; la ideología de la igualdad entre todas las religiones… Con ello se nos exige negar que la Fe católica es la única verdadera y que es necesaria para la salvación eterna. Por último está el ídolo de adherirse al pensamiento único ideológico y político.

¿Cuál debe ser la respuesta del católico?

Ante el grito de «¡No queremos que reine sobre nosotros!», lanzado por el César y los ídolos de nuestros tiempos, la verdadera respuesta de todo católico, y para empezar del Papa, debería ser ésta:

«Oh Jesucristo, Rey de las naciones, Te confesamos árbitro supremo. Te proclamamos, Cristo, Rey supremo. Que con honores públicos te ensalcen los que tienen poder sobre la tierra; que el maestro y el juez te rindan culto, y que el arte y la ley no te desmientan. Y que estén sometidos a tu cetro los ciudadanos todos de la Patria.» (Himno tradicional vespertino a Cristo Rey).

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