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Amazonia

La resistencia de un sector del clero al gobierno pontificio de Francisco, se hace cada día más patente Castillo: Müller y compañía ya preparan el cónclave para que el sucesor de Francisco tenga que tomar otro camino

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«Si la ley del celibato deja de ser obligatoria para los curas que
atienden a los indígenas del Amazonas, ¿por qué va a seguir
obligando a los párrocos de Europa?»

«El celibato de los curas es una ley eclesiástica. Una ley que no ha
sido nunca universal. A los clérigos católicos de la Iglesia Oriental no
les obliga. Además, se introdujo en Occidente después de siglos de
fuertes discusiones»

31.07.2019
 José María Castillo
Para nadie es un secreto que las relaciones de un sector del clero con el papa Francisco no son
precisamente fáciles y distendidas. Un ejemplo elocuente, en este orden de cosas, es lo que
recientemente ha dicho el cardenal Müller (ex Prefecto del Santo Oficio), que, según circula
por la prensa y las redes, ha llegado a decir que la Iglesia tiene ahora mismo “un papa
herético”.
No me cabe en la cabeza que un cardenal tan reconocido, como es el caso del cardenal Müller,
haya llegado a decir y difundir semejante disparate. En todo caso – y sea cual sea el
comportamiento del ex Prefecto del Santo Oficio – el hecho es que la resistencia de un sector
del clero, al gobierno pontificio de Francisco, se hace cada día más patente. 

    Ahora, cuando nos estamos acercando al sínodo de la Amazonía, el rechazo de los
resistentes a este papado, se acentúa. Y el motivo más destacado – según dicen los entendidos
en el asunto – es el tema del celibato eclesiástico. Porque, como es lógico, si la ley del celibato
deja de ser obligatoria para los curas que atienden a los indígenas del Amazonas, ¿por qué va a
seguir obligando a los párrocos de Europa?

El celibato no es una ley universal
Esto es lo que piensan y dicen los clérigos “anti-Francisco”. Pero lo que realmente les motiva a
estos curas (y a sus secuaces) para atacar al papa ¿es el tema del celibato? No hay que ser ni un
sabio, ni un lince, para darse cuenta de que, en todo este asunto, hay trampa. Porque el
celibato de los sacerdotes no es “una verdad que ha de creerse con fe divina y católica” (can.
751). El celibato de los curas es una ley eclesiástica. Una ley que no ha sido nunca universal.
A los clérigos católicos de la Iglesia Oriental no les obliga. Además, se introdujo en Occidente
después de siglos de fuertes discusiones.
Celibato
Más aún, en el Nuevo Testamento se dice que la ordenación de obispos y presbíteros se debe
administrar a hombres casados (1 Tim 3, 2-5. 12; Tit 1, 6), que sepan gobernar bien su casa y su
familia. Porque quien no sepa educar a su familia en la Fe, ¿cómo va a tener el debido cuidado
de la Iglesia de Dios? Es más, se sabe que, en el concilio de Nicea (año 325), según el historiador
Sócrates, algunos obispos propusieron “introducir una nueva ley en la Iglesia: que los
ordenados, es decir, los obispos, los presbíteros y los diáconos, no durmiesen con sus mujeres
con las que se habían casado siendo laicos”; pero Pafnucio, obispo de la Tebaida Superior,
célibe y venerado confesor de la fe, intervino en contra de la propuesta “y gritó bien alto que no
se debía imponer a los hombres consagrados ese yugo pesado, diciendo que es también digno
de honor el acto matrimonial e inmaculado el mismo matrimonio; y que no dañasen a la Iglesia
exagerando la severidad; porque no todos pueden soportar la ascesis de la “apatheia” ni se
proveería equitativamente a la templanza de sus respectivas esposas” (Hist. Eccl. I, XI. PG 67,
101-104). Esto se dijo en el primer concilio ecuménico de la Iglesia, algunos años después de
que el Sínodo local de Granada (Ilíberis) les impusiera a los clérigos casados la obligación de la
continencia.

¿Un Papa herético?
No es cuestión aquí de recordar la complicada y larga historia del celibato en la Iglesia. En lo
que sí quiero (y debo) insistir es que no tiene pies ni cabeza calificar de “herético” al papa
Francisco por unas decisiones (que aún no se ha tomado) a las que pueda llegar el Sínodo de
la Amazonía. Entonces, ¿qué hay detrás de todo esto? Sin duda alguna, gastar y desgastar la
imagen y la forma de gobernar del Papa Francisco.

¿Por qué y para qué este desgaste? Lo más lógico parece ser que todo este desagradable
embrollo tiene una finalidad que salta a la vista: preparar el conclave, para que el sucesor de
Francisco tenga que tomar otro camino. Sin duda alguna, un papa que humaniza el papado y
lo acerca a los que más sufren en la vida, un papa así, no “le conviene” (¿?) ni a la Iglesia, ni al
mundo en que vivimos.

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