La Santísima Virgen María es Madre Auxiliadora

Así como la pasión de Jesús, dice San Bernardo, comenzó con su nacimiento, así también María, en todo semejante a su Hijo, padeció su martirio durante toda su vida y desde su nacimiento. El nombre de María significa entre otras cosas: mar amargo. Por eso dice San Alberto Magno, que a Ella se le aplican las palabras del profeta Jeremías: “Grande como el mar es tu quebranto. No se puede dudar, como dijo el Ángel a Santa Brígida, que María fue iluminada por el Espíritu Santo más que todos los profetas, comprendió mejor que todos ellos los vaticinios del Mesías, los cuales ellos mismos consignaron en las Sagradas Escrituras. Por consiguiente, entendiendo la Santísima Virgen cuánto debía de padecer el Verbo encarnado por la salud de los hombres, desde entonces, antes aún de ser hecha Madre de Dios, compadeciendo a este Salvador inocente que debía ser ajusticiado con una muerte tan atroz por delitos ajenos comenzó a padecer un penoso martirio. También, hablando de la Anunciación, dice este Doctor de la Iglesia: Porque si bien la bendita Madre, como fue revelado a Santa Teresa, conocía anteriormente que su Hijo había de sacrificar su vida por la salud del mundo, entonces, sin embargo, cuando recibió el anuncio a través de Arcángel San Gabriel, conoció en particular y más distintamente las penas y la muerte despiadada que aguardaban a su pobre Hijo. De suerte que la Virgen, en virtud de la compasión a su Hijo, fue en su amante corazón azotada, coronada de espinas, despreciada y clavada en cruz durante toda su vida. Por eso María es Reina de los Mártires, no solo porque su martirio fue el más largo de todos, sino también el más grande de todos. Así, comprendiendo lo que nos explica San Alfonso María de Ligorio, podemos entender mejor la devoción de San Juan Bosco por la Santísima Virgen María como Madre Auxiliadora. En las Sagradas Escrituras se manifiesta Emperadora del cielo y de la tierra protegiendo el buen suceso en la celebración de la familia cristiana en las Bodas de Caná. Acompañando al Señor durante su Pasión redentora recibe de Él el cuidado de toda la humanidad y luego respaldando el Papado al lado de San Pedro y todos los demás integrantes del Colegio Apostólico cuida de la naciente Iglesia Católica durante Pentecostés. En lo demás humildemente guardaba silencio y dice la Escritura: “Y su madre conservaba todas estas cosas en su corazón” (Lc 2,51).]]>