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«El comunismo nunca ha liberado a nadie, es prisión y muerte».

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Hoy hace 101 años que falleció Lenin, un totalitario, un dictador que llevó la muerte a Rusia. Stalin se limitó a continuar con la «tarea» que había empezado Lenin durante el «Terror Rojo»: más de un millón de personas asesinadas por motivos políticos o religiosos, 300.000 cosacos asesinados, miles de trabajadores por hacer huelga, millones de muertos por hambrunas, …
La Revolución y la imposición del comunismo justificaba todo tipo de tropelias.
“El terror masivo contra los opositores reales y presuntos fue una parte integral de la revolución comunista desde el comienzo; en el verano de 1918, Lenin, el líder de la revolución, había exigido que los «elementos inseguros» fueran confinados en campos de concentración en las afueras de las principales ciudades. Aristócratas, comerciantes y otras personas definidas como «enemigos» potenciales fueron debidamente encarcelados. Hacia 1921 ya había ochenta y cuatro campos en cuarenta y tres provincias, la mayoría concebidos para «rehabilitar» a estos primeros enemigos del pueblo. A partir de 1929 los campos adquirieron una renovada importancia. Ese año, Stalin decidió utilizar el trabajo forzado tanto para acelerar la industrialización como para explotar los recursos naturales en el extremo norte, una región casi inhabitable de la Unión Soviética. Aquel año, la policía secreta soviética comenzó a asumir el control del sistema penal soviético, sustrayendo lentamente los campos y prisiones de todo el país al poder judicial. Con el aporte de las detenciones masivas de 1937-1938, los campos entraron en un período de rápida expansión. A finales de la década de 1930 era posible encontrarlos en cada una de las doce zonas horarias de la Unión Soviética.”.
“Durante el verano de 1918, Lenin ordenó ejercer un terror implacable contra los kulaks, los curas y los guardias blancos, y mantener a todas las personas de poco fiar en un campo de concentración situado en las afueras de la ciudad. Para ello había creado la Cheka. Lenin en persona fue el santo patrono de la Cheka, que no tardó en tener un poder extrajudicial. La omnipotente Cheka tenía poder para detener, investigar, dictar sentencias y ejecutarlas. Miles de personas serían abatidas, sin juicio, en sus celdas. Y por si no fuera suficiente, el 14 de mayo de 1921, el Politburó presidido por Lenin, votó una moción que ampliaba los derechos de la Cheka, referentes a la utilización de la pena de muerte. Volkogonov reveló que la idea del sistema de los campos de concentración y las espantosas purgas de los años treinta se han asociado comúnmente a Stalin, pero que el auténtico padre de los campos de concentración soviéticos, de las ejecuciones del terror masivo y de los órganos por encima del Estado, fue Lenin.”
”Lenin legó a sus sucesores un estado policiaco que marchaba a toda máquina. La independencia de la prensa desapareció los pocos días del golpe de Estado de octubre. El código penal se revisó en noviembre-diciembre (y ya tenemos la dúctil y maleable categoría de «enemigo del pueblo»: «todos los individuos sospechosos de sabotaje, especulación y oportunismo, podrán ser detenidos inmediatamente»). Los embargos de provisiones comenzaron en noviembre. La Cheka (policía política) estuvo lista en diciembre. Se abrieron campos de concentración a principios de 1918 (y empezaron a utilizarse los hospitales psiquiátricos como centros de reclusión). Luego llegó el terror sin rodeos: las ejecuciones por cupos; la responsabilidad colectiva, por la que la familia, incluso los vecinos de los enemigos del pueblo, o presuntos enemigos del pueblo, se tomaban como rehenes; y el exterminio, no sólo de los adversarios políticos, sino también de grupos sociales y étnicos, por ejemplo, los kulaki, que eran los agricultores acomodados, y los cosacos. Las diferencias entre el régimen de Lenin y el de Stalin fueron cuantitativas, no cualitativas. La única novedad original de Stalin fue el descubrimiento de otro estrato social al que había que purgar: los bolcheviques.” eldebate.com/cultura/202305…
Lenin reaccionó extendiendo el terror. El 31 de mayo de 1918, Dzerzhinski declaró: «La Checa ejecutará de inmediato a cualquier bandido, ladrón, especulador, contrarrevolucionario que conspire contra el poder soviético. […] Hay que encontrar personas resueltas, que sepan que nada hay más eficaz que una bala para callar a alguien». En mayo y junio, se cerraron más de 2.000 periódicos socialistas, se disolvieron los soviets refractarios y se arrestaron a muchos opositores; los SR fueron expulsados del Comité Ejecutivo Central de los soviets, cuya apariencia de pluralismo saltó definitivamente en pedazos. El poder de la Checa no dejaba de aumentar —12.000 hombres en junio, 40.000 a finales de 1918 para llegar a 280.000 a principios de 1921—; y de paso, el 16 de junio se restableció legalmente la pena de muerte, abolida por la Revolución de Febrero. La primera ejecución oficial se produjo el 21, augurando unos asesinatos que pronto se generalizarían fuera de todo marco judicial. Por último, pero no lo último, el 4 de junio Trotski ordenó la creación de los primeros campos de concentración para internar a los checos sublevados; campos que conocerían una rápida expansión, hasta la aparición, en 1920, del primer sistema de campos de concentración del mundo, que llegará a su apogeo con la creación del Gulag en 1931.”
Lenin: “Es evidente que la liberación de la clase oprimida es imposible, no solo sin una revolución violenta, sino también sin la destrucción del aparato del poder estatal que ha sido creado por la clase dominante.”
Llegó al poder gracias a la violencia y esclavizó a millones de personas.
«El intercambio de productos de la industria de transformación por trigo, el control riguroso y el inventario de la producción, así es como empieza el socialismo. Sí, tendremos una república del trabajo. El que no trabaje que no coma».
Lenin sólo trabajó para imponer el totalitarismo, nunca para ganarse la vida honradamente.
Lenin: “Nos están lanzando un chaparrón de acusaciones: que actuamos por el terror y la violencia. Pero esos ataques no nos preocupan. Nuestra labor consiste en edificar un nuevo Estado, un Estado socialista”.
No le preocupaban porque las acusaciones era ciertas: todo vale para imponer el comunismo.
El comunismo necesita el uso de la fuerza para imponerse. Por esa razón aquellos que lo implantan tienen que acabar físicamente con los disidentes o meterlos en campos de concentración. Siempre ha sido así. Desde tiempos de Lenin.
¿Saben ustedes que Lenin no acabó con una tiranía, que acabó con una democracia? Una de las mentiras más repetidas por la propaganda comunista es que la revolución bolchevique de octubre de 1917 fue un alzamiento del proletariado en contra del régimen zarista. ➡️ dariomadrid.com/lenin-no-acabo…
El comunismo nunca ha liberado a nadie, es prisión y muerte. Fue prisión y muerte en los gulags de la Unión Soviética, en Katyn, en el Muro de Berlín, en Yugoslavia, en Hungría, en Rumanía, en Albania, en Checoslovaquia y sigue siendo prisión y muerte en China, Cuba y Venezuela.

 

 

https://x.com/Dario_Madrid_F/status/1881779357712019677?t=ePPu2qx36N3PhxPOT5LFDA&s=19

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