Fiesta de Corpus Christi. El milagro de San Antonio y la mula.

San Antonio de Padua se encontraba en Rímini, donde combatía la herejía de quienes negaban la presencia real de Cristo en la Sagrada Eucaristía. Un hereje albigense llamado Bonovillo, conocido por su habilidad…
para confundir a los fieles, desafió públicamente a Antonio. Bonovillo negaba rotundamente que el verdadero cuerpo de Cristo estuviera presente en la hostia consagrada.
Antonio aceptó el desafío, confiando en el poder divino. El hereje, astuto, puso una condición para el debate:
«Si verdaderamente Cristo está presente en vuestro pan consagrado,» dijo con una sonrisa burlona, «haced que mi mula, que ayuna desde hace tres días, lo reconozca y lo adore, despreciando la avena que le presentaré».
La multitud contuvo la respiración, temiendo la trampa…
Pero Antonio, elevando su corazón al cielo en oración, aceptó serenamente el desafío. Sabía que estaba en juego la Gloria de Cristo.
Llegado el momento de la prueba, una inmensa muchedumbre llenaba la plaza. Bonovillo se presentó con su mula, llevando avena fresca para tentar…
al animal. Antonio, por su parte, se acercó llevando reverentemente la Sagrada Hostia en un copón de oro, mientras murmuraba oraciones.
El hereje arrojó la avena delante de la mula y la instó a comer, pero el animal permaneció inmóvil. Entonces, Antonio, alzando el…
Santísimo Sacramento, se dirigió hacia la mula con pasos lentos y solemnes.
Lo que sucedió a continuación llenó de estupor a toda la multitud: el animal, como si hubiera sido tocado por un rayo de luz celestial, se postró sobre sus patas delanteras ante la Sagrada Hostia…
inclinando la cabeza en actitud de perfecta adoración. Permaneció así durante largos minutos, mientras lágrimas de emoción corrían por los rostros de los fieles y el mismo hereje temblaba de espanto.
Dios había hecho que una criatura irracional reconociera lo que la soberbia…
humana se negaba a aceptar: la presencia real de Cristo en la Eucaristía. Bonovillo, vencido por la evidencia del milagro, se arrojó a los pies de Antonio pidiendo perdón y conversión, y desde aquel día se convirtió en uno de los más fervientes defensores de la fe católica.
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