Crisis de la iglesia
El Obispo de Almería rechaza la presencia de la Virgen en la celebración de Cristo
En la mañana del 18 de febrero leí en Infovaticana un artículo inquietante. El Obispo de Almería ha negado a los fieles de la Hermandad de la Macarena participar en la celebración del Año Jubilar y de la fiesta del Corpus Christi. Sus razones o sinrazones, son las siguientes: “el epicentro del Jubileo debe ser Cristo y no María” y la presencia de María “desvirtúa la centralidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”.
Cuando uno lee semejantes disparates, se pregunta si el señor Obispo, D. Antonio Gómez Cantero, comparte la Fe católica que su pueblo profesa. El Concilio Vaticano II, en su Constitución Dogmática Lumen Gentium, declaró:
Uno solo es nuestro Mediador según las palabra del Apóstol: «Porque uno es Dios, y uno también el Mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, que se entregó a sí mismo para redención de todos» (1 Tm2, 5-6). Sin embargo, la misión maternal de María para con los hombres no oscurece ni disminuye en modo alguno esta mediación única de Cristo, antes bien sirve para demostrar su poder.
Para un católico es sorprendente que un Obispo ignore que el culto católico de María es lo que preserva la recta adoración del Verbo de Dios, hecho verdadero hombre. Que la Theotókos es la que ha guiado al Pueblo de Dios en la derrota de la herejía, y que quien ha traído al mundo al Autor de toda gracia es, por ello, medianera de todas las gracias. Si nos asimilamos a Cristo por la gracia, nos asimilamos como hijos de María.
Conozco otro prelado, Raúl Silva Henríquez, que se opuso a que el Vaticano II emitiera un documento dedicado a María, y que contribuyó a reducir el culto público de la Virgen en el “Mes de María” en Chile. Según él, ese excesivo culto de María opacaba el culto a Cristo como único Mediador. Fue Silva Henríquez el mismo que se opuso a la entrada de la Encíclica Humanae vitae en Chile, y con ambas acciones, el ataque al culto mariano y el ataque a la doctrina sobre la castidad, infligió un gravísimo daño a la iglesia de ese país. Son cosas normalmente vinculadas, el amor a María y la recta comprensión de la castidad.
Pero, sea de ello lo que se quiera, recordemos ahora que fue María quien precipitó el inicio de la vida pública de Jesús, con aquella observación, “no tienen vino”, y con aquel mandato, “haced lo que Él os diga”. Una vez más, cuando los responsables de la fiesta han descuidado llenar con la buena doctrina las tinajas de la mente popular, los criados fieles, obedeciendo a Cristo por orden de María, pondrán el agua, y Él la convertirá en el buen vino de la buena doctrina que embriaga el alma con Amor divino.
Cuando en Polonia el Obispo Karol Wojtyla decidió sacar en procesión a la Virgen de Czestochowa, las autoridades comunistas lo autorizaron porque pensaron que sería un fracaso. Pero el pueblo católico se unió, porque es María la que ha sostenido a ese pueblo sufriente en su fe. Ante el éxito masivo de las procesiones, las autoridades decidieron arrestar la imagen, pensando que sin la imagen las procesiones acabarían. Pero Wojtyla convenció a los fieles de continuar las procesiones con un marco vacío, pues la veneración del pueblo se dirigía no a la imagen, sino a la persona de la Virgen. Así lo hicieron, y el éxito fue más masivo. Las autoridades entonces pensaron que mejor devolvían la imagen, porque el pueblo estaba logrando sin ella un nivel más espiritual de religiosidad.
Los miembros de la Hermandad deberían hacer algo parecido, pues es bueno imitar a los santos. El Obispo no puede prohibirles dar culto a la Madre de Dios, que es, desde luego, dar culto a Cristo. Por tanto, salgan en procesión sin la imagen física, para obedecer al Obispo, pero con un marco vacío, para venerar a la Madre de Cristo, que su Hijo convertirá en vino esta preciosa agua.
Carlos A. Casanova