Tal día como hoy, pero del año 547, falleció uno de los grandes santos de la historia de la Iglesia: San Benito,

padre del monacato y patrón de Europa. Su vida está llena de curiosidades, como esta de la imagen del momento de su muerte: ¡Y es que murió de pie!

La primera curiosidad es que tenía una hermana melliza que también subió a los altares: Santa Escolástica. Siendo muy jóvenes, renunciaron a la herencia que le habían dejado sus padres y se retiraron a vivir como ermitaños fundando sendos monasterios.

La muerte de Escolástica es otra anécdota curiosísima. Sintiendo que llegaba su muerte, lo mandó llamar y hablaron todo el día. Al anochecer, Benito tenía que irse pero Escolástica se negó y rezó al Señor. Cayó tal tormenta que Benito tuvo que quedarse toda la noche con ella.

¿Y sabes que trataron de asesinarlo en dos ocasiones?

Una vez le ofrecieron una copa envenenada, pero al hacer la señal de la cruz sobre ella, se rompió milagrosamente. También intentaron matarlo con un pan envenenado, pero un cuervo se lo llevó antes de que pudiera comerlo. Por eso se le representa a veces con una copa o un cuervo.

Suyo es el famoso lema «Ora et labora» (Reza y trabaja), que siguen aún hoy en día los conventos contemplativos de todo el mundo. Su famosa «Regla» la compuso en la también famosa abadía de Montecassino.

Tenía fama de hacer milagros. Se dice que curó enfermos, resucitó muertos, multiplicó alimentos y tenía el don de la profecía. Por ejemplo, profetizó la destrucción de su gran monasterio y así fue. En la II Guerra Mundial fue reducido a cenizas, aunque luego se restauró.

Su legado perdura en la Orden Benedictina, que ha tenido un impacto enorme en la cultura y educación de Europa, preservando los conocimientos durante la Edad Media en sus monasterios. Por eso es patrón de Occidente.

Bueno, ¿y lo de morir de pie?

Aquel 21 de marzo de 547, tras recibir la comunión, extendió las manos en actitud orante y, de pie, sostenido por dos monjes, mientras susurraba una oración, entregó su alma al Señor. Hasta en su último suspiro cumplió su regla de orar y trabajar sin descanso.

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