Inversión de Valores
«Los grupos LGBT buscan justificación de sus pecados».
Con mi mensaje sobre el Papa León, que evitó saludar a gente que tenía una bandera parecida a los LGBT (que parece que era la bandera de la paz y no la bandera LGBT. Sea como sea, el Papa León fue muy prudente, cosa que destaco), saltaron muchos «ofendidos»P diciendo que yo «no me mezclo con los leprosos y prostitutas» como lo hacía Jesucristo.
A todos los que dijeron eso, les digo lo siguiente: vuelvan al colegio. Y se los digo con la «máxima caridad». No les digo que vuelvan al colegio, sino que al menos lo empiecen. El jardín infantes los está esperando. ¿Porqué lo digo? Porque confunden el juntarse con los leprosos con NO CURARLOS DE SU LEPRA. O confunden juntarse con las prostitutas con JUSTIFICAR SU PROSTITUCIÓN. Justamente, Cristo le dijo a la mujer: «vete, y de ahora en más NO PEQUES MÁS». Es decir, Cristo odiaba el pecado pero amaba al pecador arrepentido. Aceptar que el pecador siga pecando sería como dejar al leproso con su lepra. Cristo curaba la lepra, de la misma manera que Cristo perdona el pecado y nos dice: «no sigas pecando».
San Pablo lo dijo claramente en 1 Cor 4, 5: «expulsen al perverso de entre ustedes». San Pablo se refiere a aquellos que no quieren arrepentirse de sus pecados. Lamentablemente hoy en día hay gente que quiere que la Iglesia justifique sus pecados y les diga que todo está bien. No señor, eso no es verdadera misericordia. La verdadera misericordia es advertirle al pecador de su pecado para que no se condene en el infierno. Como bien dice Ez 3, 18: «si el malvado peca y tú no le adviertes, él morirá por su pecado. Pero yo a ti te pediré cuentas de su muerte» (por no advertirle). Es nuestra obligación como cristianos denunciar el pecado para que el pecador deje esa «lepra espiritual» que lo conduce a la muerte eterna. Si no lo hacemos, somos cómplices del pecado del prójimo.
Es obvio que todos somos pecadores y que debemos empezar por nuestra propia conversión. Pero hay pecadores que buscan dejar el pecado y otros que buscan justificación del mismo. Los grupos LGBT buscan justificación de sus pecados. Ese es el problema y por eso la Iglesia no puede comulgar con esos grupos.
Por eso, saludar a un gay no es el problema (si el Papa lo hubiese hecho, todo bien). Saludar a miembros del lobby LGBT sí lo es, porque lo usan para justificar su ideología nefasta que no es más que marxismo cultural. Yo he saludado a muchos gays, y aunque no apruebo su estilo de vida, sin embargo no tengo problema en dialogar con ellos ni buscar escucharlos. Sin embargo, los grupos LGBT ya son lobbies. Y el mismo Papa Francisco decía que los lobbies no podían ser tolerados porque buscan justificaciones de sus propias ideologías. La Iglesia acepta al pecador arrepentido pero no el pecado. Es esa la verdadera evangelización. Buscar sacar al pecador de su pecado y no justificarlo.
Y aquellos que me dicen «no juzgue», sepan que ustedes están juzgando al «juzgar» que yo juzgo. Se pueden juzgar los hechos, no las personas. Los hechos se juzgan, y cuando se juzga el pecado se juzgan los hechos. Si no se pudiesen juzgar los hechos, entonces no se podría educar a los hijos (porque para educarlos hay que juzgar sus acciones) y no se podría meter preso a ningún ladrón (porque para meterlo preso hay que juzgar que robó). Yo no puedo decir que una persona se vaya a ir al infierno, porque no puedo juzgar su conciencia. La conciencia solo la ve Dios. En cambio, si puedo juzgar una acción como mala, como hizo San Pablo en 1 Cor 4, 5. Lo que hacen los lobbies LGBT está mal, y esas acciones pueden ser juzgadas como malas. Por lo tanto, aquel que dice «no juzgues», yo le respondo: «no hagas el juicio moral de juzgar que yo juzgo». Mejor pregúntame porqué digo lo que digo.
Estoy dispuesto a escuchar criticas constructivas a mis publicaciones y les doy el derecho a estar en desacuerdo conmigo. Como todo mortal me puedo equivocar y yo no tengo pretensiones de ser infalible. Acepto criticas constructivas, pero no acepto tonterías que solo repiten el típico discurso progresista, buenista y sentimentalista que, sinceramente, ya me tiene bastante cansado.
Espero haber sido lo suficientemente claro. Dios los bendiga a todos.