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LAS CRUZADAS DE DIOS

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Ante las actuales amenazas existenciales que acechan el catolicismo, necesitamos un papa que convoque una cruzada intelectual y moral, o sea, en defensa del Bien y de la Verdad.

El 7 de octubre de 1571, en Lepanto, se derrotó al despótico y sádico Imperio otomano mediante una doble cruzada, a saber, la militar, capitaneada por don Juan de Austria, y la mística. De hecho, la Virgen es considerada la verdadera vencedora en Lepanto.

En esta épica batalla naval, con la ayuda del Cielo y de las devotas oraciones de los fieles, empezando por las del papa san Pío V, se salvó a la cristiandad del apabullante poderío otomano. Por esta razón, se añadió el título de Auxilium christianorum a las letanías lauretanas.

Así, pues, ante los hodiernos ataques a nuestra santa religión, por parte de enemigos externos e internos, necesitamos que los miembros de la Iglesia, empezando por sus jerarcas y terminando por los seglares, abandonen, quienes las tengan, las actitudes acomplejadas y genuflexas ante un mundo cada vez más perverso y luciferino.

En tiempos, era la Iglesia la que conducía la historia de Occidente; ahora son el globalismo y las tóxicas ideologías mundanas quienes le marcan el ritmo, pero no por culpa del mundo, sino por las continuas claudicaciones eclesiásticas, precedidas éstas por los estúpidos posibilismo, diplomatismo y espíritu de diálogo y consenso.

Muy señores míos, el error no merece que le pongamos la otra mejilla; ni debemos ni podemos hacerlo, puesto que la humildad individual nunca puede implicar la indolencia ante la humillación de la Verdad divina.

Sin embargo, creo que es posible todavía revertir la situación a largo plazo, pero, para ello, la sociedad eclesial debería cambiar hoy, sin más dilación, su actitud, pasando de la pusilanimidad patológica a una actitud enérgica, decidida y marcadamente hostil. El mundo es un enemigo del alma y, por ende, hay que oponerse a él, al menos con las armas espirituales (arma spiritualia) que el Señor, Dios de los ejércitos, nos ha dado para dicha batalla sobrenatural.

Virgen Santísima, Auxilio de los cristianos, libranos de los enemigos externos, de los heterodoxos internos y de ciertos pastores emasculados.
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Imagen ilustrativa: Don Juan de Austria armado (Alonso Sánchez Coello, 1567).

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