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Fidel Castro fue el modelo de todo lo anticristiano; prototipo de odio a Dios; de aversión a la religión y a la iglesia; con horror y fobia de cualquier cosa que signifique orden. En su ejemplo encontraron modelo muchos políticos y por eso quisieron venerarlo, asemejarse a él y hacerle propaganda. Fidel Castro fue el flagelo de un pueblo, porque él es un castigo de Dios. Castigo al paganismo de Occidente y a Cuba al haber rechazado a un santo y su apostolado. Al gran San Antonio María Claret a quien intentaron asesinar varias veces y que, al huir, sacudió sus sandalias para no llevar ni el polvo de esa trágica Isla. No faltó, así fuera en casos aislados como de tantos balseros y de tantos desterrados la protección de la Virgen de la Caridad del Cobre, su patrona. Hoy con la muerte del mayor tirano del occidente católico seguirá mostrando el curso y rumbos para la historia de esa maravillosa isla que está llamada al heroísmo. Es lo que deseamos al valeroso y martirizado pueblo de Cuba.Saeta]]>