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Un Japón dividido despide en polémico funeral de Estado al ex primer ministro Shinzo Abe

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Cientos de personas se congregan para despedir en un funeral de Estado al exprimer ministro japonés Shinzo Abe. En Tokio, Japón, el 27 de septiembre de 2022. © Issei Kato/Reuters

En medio de señalamientos por el alto costo del funeral, de alrededor de 12 millones de dólares, o críticas por supuestamente carecer de base legal, miles de ciudadanos y dignatarios extranjeros se congregaron este 27 de septiembre en Tokio, Japón, para el funeral de Estado del ex primer ministro Shinzo Abe. Sin embargo, muchos respaldan el tributo para el líder conocido por su estrategia económica “Abenomics”, que falleció el pasado 8 de julio cuando un individuo le disparó en un mitin político.

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Un funeral de Estado tan divisivo como fue su vida política.

El asesinado ex primer ministro de Japón Shinzo Abe fue despedido en una ceremonia pública este martes 27 de septiembre, rodeado de polémica y honores.

Al icónico estadio Budokan, en Tokio, fueron trasladadas las cenizas del político. Allí, bajo un acto solemne, sonó una ronda de 19 disparos en honor al exlíder del país.

“Eras una persona que debería haber vivido mucho más (…) Tenía la firme creencia de que contribuirías como una brújula que mostraría la dirección futura de Japón y el resto del mundo durante 10 o 20 años más”, afirmó el premier japonés, Fumio Kishida.

Líderes mundiales del presente y el pasado, así como  representantes de más de 200 países y un puñado de dirigentes de organismos internacionales, estuvieron entre los cerca de 4.000 asistentes a la ceremonia fúnebre de quien fuera el primer ministro con más años de servicio en la historia de la nación.

Entre ellos se encontraban la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, el príncipe heredero japonés Akishino y el primer ministro indio, Narendra Modi.

“Se ha dicho mucho en honor a su largo liderazgo en Japón, pero también en Estados Unidos. Fue él quien acuñó el término ‘Indo-Pacífico libre y abierto’, y como miembro de la región del Indo-Pacífico, como Estados Unidos, apreciamos esos principios y los mantenemos”, indicó Harris.

Afuera, largas filas de ciudadanos se reunían para ofrecer flores y oraciones. Desde la madrugada, cientos de personas comenzaron a entregar las ofrendas florales en los puestos designados, antes de lo previsto debido a la gran cantidad de público.

«Quería darle las gracias. Ha hecho mucho por Japón (…) La forma en que murió fue tan impactante. Para ser honesto, también vine porque ha habido mucha oposición. Es casi como si estuviera aquí para oponerme a los que se oponen a este (funeral)», señaló Koji Takamori, que viajó con su hijo de nueve años desde Hokkaido, una región del norte del país.

Los motivos de polémica que rodearon el funeral de Estado de Shinzo Abe

La pompa militar y las multitudes de dolientes también contrastaron con protestas generalizadas que se tomaron las calles. Cientos de opositores a la ceremonia también marcharon y se congregaron con pancartas en las que se leía “no al funeral de Estado”, frente a la sede del Parlamento.

La controversia tiene varias razones. Uno de los principales motivos de la oposición al evento fue su alto costo: alrededor de 12 millones de dólares, financiado con fondos públicos en un momento de dificultades económicas para los ciudadanos del común.

Se trata del primer evento de este tipo desde 1967, cuando fue honrado el expremier Shigeru Yoshida. Ante las críticas, el primer ministro Fumio Kishida aseguró que la ceremonia era un merecido honor para el líder político moderno con más años de servicio.

Cientos de manifestantes participan en una protesta frente a la sede del Parlamento japonés contra el funeral de Estado del exrimer ministro Shinzo Abe, en Tokio, Japón, el 27 de septiembre de 2022.
Cientos de manifestantes participan en una protesta frente a la sede del Parlamento japonés contra el funeral de Estado del exrimer ministro Shinzo Abe, en Tokio, Japón, el 27 de septiembre de 2022. © Reuters/Issei Kato

Kishida ha explicado la decisión como una forma de honrar los logros de Abe, así como de defender la democracia, pero los japoneses comunes siguen divididos. Solo el 30% de los encuestados en un sondeo reciente de la cadena ‘TV Asahi’ estuvo de acuerdo con organizar el funeral, frente al 54% que se opuso.

«No creo que este funeral deba celebrarse (…) Tiene un significado completamente diferente a un funeral para la gente común. No creo que debamos usar el dinero de los impuestos para esto», subrayó Hidemi Noto, un asistente de dirección de cine de 38 años que se detuvo frente al estadio Budokan para observar los preparativos.

Por otra parte, aunque el asesinato de Abe, ocurrido en un mitin de campaña el pasado 8 de julio, conmocionó a un país con bajas tasas de crímenes y provocó la condena internacional, también desencadenó una avalancha de revelaciones.

Se trata de los vínculos entre los legisladores del gobernante Partido Liberal Democrático (PLD), al que Shinzo pertenecía y que una vez dirigió, y la Iglesia de la Unificación; una asociación cristiana fundada en Corea del Sur, que los críticos clasifican como “una secta”.

El hombre que disparó a Abe aseguró que le apuntó al creer que el político tenía vínculos con esa iglesia y que estaba resentido por las donaciones masivas que su madre había hecho a esa asociación.

Los hechos generaron un escrutinio y cuestionamientos incómodos de la recaudación de fondos de la iglesia y su presunta relación con el establecimiento político, al punto que el partido gobernante admitió que alrededor de la mitad de sus legisladores tenían vínculos con la organización religiosa.

Las revelaciones causaron una reacción violenta contra el movimiento oficialista y el propio Kishida. El líder del Gobierno prometió que su movimiento romperá todos los lazos con la iglesia, pero el escándalo ayudó a alimentar el descontento por el funeral de Estado.

El legado divisivo de Abe

Dos meses después de su asesinato, Shinzo Abe sigue generando controversia, evidencia de cómo su polarizador legado está dando forma a la política japonesa en todo, desde la defensa hasta la política monetaria.

Abe fue una de las figuras políticas más influyentes, conocido por cultivar alianzas internacionales y su estrategia económica «Abenomics». Acciones con las que atrajo tanto simpatizantes como profundas divisiones en la opinión pública.

Su legado también estuvo marcado por acusaciones persistentes de favorecer a personas cercanas, la oposición a su nacionalismo y planes para reformar la Constitución pacifista del país.

Renunció en 2020 por problemas de salud recurrentes, pero siguió siendo una voz política clave y estaba haciendo campaña para su partido gobernante cuando fue asesinado.

Archivo: El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, asiste a la reunión de líderes económicos de la APEC en Danang, Vietnam, el 11 de noviembre de 2017.
Archivo: El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, asiste a la reunión de líderes económicos de la APEC en Danang, Vietnam, el 11 de noviembre de 2017. REUTERS – Jorge Silva

Se espera que Kishida continúe con varias de las políticas de Abe, al menos por ahora. Un reflejo de cómo el fallecido dirigente transformó tanto el Partido Liberal Democrático (PLD) como el panorama político de Japón, indican los expertos.

Como nacionalista, Abe impulsó al país hacia una postura de defensa vigorosa que muchos ahora ven como profética en medio de la creciente preocupación por China, aunque fracasó en su misión declarada durante mucho tiempo de cambiar la Constitución pacifista.

El intento de Abe de utilizar un estímulo monetario y fiscal masivo para reactivar la demanda interna también fracasó, pero hasta ahora Kishida ha dado pocas señales de que podría cambiar repentinamente esas políticas.

El primer ministro actual también ha señalado que mantendrá el rumbo en dos de los éxitos menos controvertidos de Abe: el fortalecimiento del gobierno corporativo y el uso del turismo como pilar del crecimiento.

El PLD ha prometido duplicar el gasto en defensa al 2% del producto interno bruto durante cinco años. Medida que convertiría a Japón en el tercer país con  mayor gasto militar del mundo detrás de Estados Unidos y China.

Abe, a quien algunos votantes consideraban demasiado “agresivo”, nunca pudo lograr ese tipo de aumento, aunque su Gobierno aprobó una legislación que permitía que los militares combatieran en el extranjero por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial. Para ello, reinterpretó la Carta Magna que renunciaba a la guerra para permitir que Japón adquirir misiles de largo alcance.

Muchos japoneses siguen desconfiando de involucrarse en las guerras lideradas por Estados Unidos, aunque eso se ha atenuado por la alarma sobre la actividad militar china en Taiwán.

Las últimas polémicas, incluido el funeral de Estado, han llevado el índice de aprobación del primer ministro a un mínimo histórico.

Con Reuters y AP

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