La nube de gases cada vez es más densa en La Palma. El volcán sigue lanzando un penacho de unos 3.000 metros de altura con cantidades elevadas de dióxido de azufre, 17.774 toneladas diarias. Una cantidad que esta lejos de las 100 toneladas diarias necesarias para pensar que la erupción toca a su fin. La columna de dióxido de azufre cubría ayer la mitad de la Península Ibérica y buena parte de Marruecos y Argelia según muestra el satélite Copérnico.
«Tenemos un proceso de gasificación continuo con bastantes irregularidades. En la última hora si hemos visto mayor desgasificación y una columna de ceniza bastante intensa. Veremos ahora, porque va yendo parece, hacia el océano, con lo cual sería lo menos tóxico para nosotros», señala el vulcanólogo Rubén López.
El presidente del Gobierno de España ha acudido este miércoles a la reunión del Plan de Emergencia Volcánica de Canarias. Pedro Sánchez ha dicho que a pesar de que ya ha aprobado un plan de ayudas, aún no se sabe cuál será el importe final de la reconstrucción de la isla tras la erupción volcánica. Ha pedido a los palmeros paciencia. «No podemos hacer nada hasta que el volcán pare en su actividad», ha destacado durante la rueda de prensa posterior.
Los 800 vecinos que este martes fueron evacuados esperan que se cumplan las palabras del director técnico del Pevolca, Miguel Ángel Morcuende que ha informado de que la nueva colada del flanco norte del volcán, «avanza muy lentamente» y cabe la posibilidad de que «aborte y no vuelva a caminar».
La superficie total afectada por la lava supera las 656 hectáreas. El magma ha devorado cerca 1.500 edificios y unas 7.000 personas ya han sido evacuadas.
