La nueva estrategia de defensa del Pentágono dejó por sentado lo que era evidente: China se configura en estos últimos tiempos como el mayor desafío de Estados Unidos en todo el mundo. Ni siquiera la guerra que desató en Ucrania el presidente de Rusia, Vladímir Putin, alcanza tal nivel de amenaza como lo representa el expansionismo de Xi Jinping y un ejército que se arma cada vez más con el pasar de los años. Incluso con armamento nuclear.
Lo que arroja este nuevo informe también contrasta con el emitido en 2018 bajo la presidencia de Donald Trump. En ese momento la estrategia se basaba en prepararse para una posible guerra contra una potencia. Ahora, son dos los desafíos más importantes: Putin y Xi Jinping. El primero, sigue siendo una amenaza “aguda”. Pero el segundo es “el competidor estratégico más importante para las próximas décadas”, cita el reporte replicado por Associated Press. En consecuencia, parece que los errores diplomáticos de Biden están saliendo caros.
Tomar por la fuerza a Taiwán y apoderarse del Mar de la China Meridional figuran en el nuevo documento de 80 páginas como parte de los objetivos del gigante asiático. Y es que dominar regiones clave desde Pekín sería un golpe certero para la presidencia de Joe Biden, dado que EE. UU. es la mayor potencia de Occidente, la cual ha mostrado desvaríos cuando se trata de geopolítica. El punto de partida fue la caótica salida del ejército estadounidense de Afganistán en agosto de 2021.
Luego de que Washington ordenara esa retirada, potencias mundiales como Rusia y el Dragón Rojo vieron el camino libre en el hemisferio oriental. Con eso, llegaron más problemas y conflictos que ahora el Pentágono reconoce en el informe que traza su nueva estrategia. El Departamento de Defensa estadounidense dice que la amistad entre ambos totalitarismos “plantea desafíos más peligrosos para la seguridad a nivel nacional, incluso mientras persisten las amenazas terroristas”.
El presidente chino —recién reelegido entre purgas, encierros y arbitrariedades contra ciudadanos y compañeros de partido— dijo sin disimulos cuáles son sus planes para los próximos años: expansión sin descartar la violencia. Para inaugurar el XX Congreso Nacional del Partido Comunista de China (PCCh) reiteró que su objetivo es una reunificación «pacífica» con Taiwán, pero que «nunca prometería renunciar al uso de la fuerza como opción».
Si él lo dijo en un evento tan determinante para el PCCh, no se puede esperar menos de sus funcionarios esparcidos por el mundo. Aquí es donde figura Chile. El embajador en ese país, Niu Qingbao, aseveró que bajo el plan de «modernización socialista» de Xi, también se reservan «la opción de adoptar todas las medidas necesarias» sobre Taiwán.
Como resultado, las amenazas van de punta a punta en el mapa geopolítico. Pero desde el régimen chino insisten con que se trata de un asunto interno y ellos decidirán «cuándo y cómo lo solucionan». Allí, ante la prensa chilena, Qingbao volvió a repetir que cualquier medida que tomen «será contra fuerzas extranjeras». Una clara alusión a las alianzas lideradas por EE. UU. y que siguen vendiendo armamento a la isla.
Chile, actualmente bajo el gobierno izquierdista Gabriel Boric, no se queda por fuera del expansionismo chino. El embajador mencionó futuros acuerdos para «poner en práctica el verdadero multilateralismo».
Este conjunto de amenazas de Pekín y de nuevas estrategias militares del Pentágono, no hacen más que generar dudas sobre la capacidad defensiva de Estados Unidos y de sus aliados europeos.
Hace menos de 10 días, la fuerza militar de EE. UU. fue calificada como «débil» por primera vez, según el más reciente informe de The Heritage Foundation. Los motivos van desde «prioridades mal definidas» hasta «políticas de seguridad muy cambiantes». Pero no era la primera vez que se mencionaba esta debilidad alrededor de una de las fuerzas militares, históricamente, más poderosas del mundo. El ejército estadounidense viene flexibilizando sus principios de formación y defensa.
Eso representa un riesgo cuando soldados rusos están siendo entrenados para matar y China no solo infiltra miembros del PCCh en sociedades extranjeras, sino que afila las capacidades bélicas de su propio ejército para garantizar aún más su expansionismo.
Fuente: Sistema Integrado Digital
